Mención aparte se merecen los once años en los que, por primera vez, una mujer se alzó con el gobierno de Reino Unido. Esa mujer fue la conservadora Margaret Thatcher, conocida popularmente como 'La Dama de Hierro' debido a sus férreas opiniones políticas y con la que la Reina Isabel tuvo una relación llena de altibajos...
El protocolo, un gran enemigo
Margaret Thatcher ganó las elecciones celebradas el 3 de mayo de 1979 con una mayoría del 43,9%, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar el cargo de Primer Ministro del Reino Unido. Como es tradición, una de las primeras cosas que tuvo que hacer fue acudir al Palacio de Buckingham para solicitar formalmente a la Reina Isabel II poder formar un gobierno en su nombre. Allí se produciría una escena que sería constante durante el largo mandato de Thatcher y que exasperaba especialmente a la soberana.
En una ocasión le invitó a ella y a su marido a reunirse en Balmoral con el resto de la Familia Real Británica en un intento de liberarse del corsé protocolario. Pero cuál sería su sorpresa cuando vio que los resultados obtenidos resultaron ser todo lo contrario: la Primera Ministra no sabía cómo actuar ante la deshonra que a ella le parecía ver a los Windsor haciendo un picnic. Se mostró toda la jornada excesivamente diligente y servicial, hasta el punto de que al final la Reina acabó diciendo: "¿No puede esta mujer simplemente sentarse?"
Pese a ser las dos mujeres prácticamente de la misma edad (una nacida en 1925 y otra en 1926), su forma de ser era totalmente opuesta. Mientras que Thatcher destacó siempre por su meticulosidad y formalidad, la Reina Isabel es conocida por su sentido del humor en el ámbito privado. De hecho, en más de una ocasión llegó a burlarse de su Primera Ministra imitándola con su particular tono de voz y haciendo chistes sobre ella. El Duque de Edimburgo iba todavía más allá y se refería a la política como "la hija del verdulero" (en referencia al pasado comerciante de Alfred Roberts).
"Su Majestad no es de los nuestros"
Aparte de este tipo de cuestiones más bien personales, lo cierto es que las dos mujeres estaban también separadas por su diferente forma de pensar ideológicamente. Margaret Thatcher era una conservadora liberal, mientras que Su Majestad, aunque obligada a mantener la imparcialidad propia de su cargo, ha sido catalogada por muchos biógrafos como una persona de ideología más bien progresista.
El caso es que las políticas neoliberales aplicadas sin consideración por el Gobierno de Thatcher durante sus once años en Downing Street provocaron una gran fractura social. La cual se materializó en numerosas ocasiones en un clima de conflictividad, huelgas y represión policial. "La medicina es dura, pero el enfermo la necesita", solía justificarse la Primera Ministra. En cambio, tal y como sostiene el historiador Ben Pimplott, "la Reina se sentía profundamente incómoda con los excesos derechistas del thatcherismo y concretamente con la falta de atención a los miembros más pobres y desfavorecidos de la sociedad británica".
El punto más tenso de esta batalla ideológica tuvo lugar en 1986, cuando el diario The Sunday Times llevó a portada el siguiente titular: "La Reina, consternada por la indiferencia de Thatcher". Con él se hacía referencia al conflicto diplomático surgido ante la negativa de la Primera Ministra de sancionar el régimen del apartheid en Sudáfrica. La clave del asunto radicaba en que dicho país formaba parte de la Commonwealth, de la que la Reina es cabeza visible. Para ella esta era una cuestión de vital importancia para la convivencia, mientras que Thatcher veía a dicha agrupación de países como "un hatajo de pedigüeños insaciables".
Del mismo modo que a la Reina no le gustaban las opiniones políticas de su Primera Ministra, a esta tampoco le gustaban demasiado las de la Soberana y sobre ella llegó a decir a miembros de su partido: "No es de los nuestros". Sin duda, un clima de tensión que se pudo comprobar en 1983, con la invasión estadounidense de la Isla de Granada, excolonia británica del Caribe. Tal y como relata Kitty Kelley en su libro 'Los Windsor' (1997): "La Reina convocó a palacio a Margaret Thatcher, pidiéndole que le explicara por qué había tenido que saber la noticia por la BBC y no de boca de su Primera Ministra". Y como reprimenda por su actuación proestadounidense, "la Reina mostró su enojo no ofreciéndole asiento en todo el tiempo que duró el encuentro".
De la intrusión en los problemas familiares a la reconciliación pública
Quien también tendría serios desencuentros con Margaret Thatcher fue el Príncipe Carlos, principalmente debido a su interés por los problemas sociales y la creación en 1976 de la fundación The Prince's Trust para dar apoyo a los sectores más desfavorecidos de la sociedad: los inmigrantes, los sin techo, los drogadictos... Precisamente los sectores que más se habían visto afectados por las políticas neoliberales del Gobierno.
El Príncipe de Gales llegaría a reconocer posteriormente que consideraba a Margaret Thatcher una persona "demasiado imponente" cuyo comportamiento comparaba con el de una maestra de colegio. Y puede que este fuese una visión compartida por muchos de los miembros de la Familia Real Británica, ya que tal y como desvela Kitty Kelley en su libro, en los años más polémicos de Sarah Ferguson y Lady Di, la Primera Ministra llegó a encargar informes sobre sus escándalos a expertos en relaciones públicas. Dichos informes fueron remitidos al Palacio de Buckingham, pero la Reina se negó a leerlos: "Esa espantosa mujercilla no tiene por qué ayudarme a solucionar mis problemas familiares".
Solo el tiempo consiguió limar posturas, hasta el punto de que cuando Thatcher se vio obligada a dimitir en 1990, Isabel II confesó a uno de sus colaboradores que no le había gustado cómo el Partido Conservador se había portado con su líder: "Lo han hecho de manera horrible". Se dice incluso que le mandó a la política una invitación para ver con ella las carreras de caballos a las que es tan aficionada. La recién dimitida Primera Ministra rechazó la invitación por no estar de humor, pero se mostró conmovida.
Como compensación a sus años de servicio y a la "manera horrible" en que había abandonado la carrera política, la Reina concedió a Margaret Thatcher el título de Dama de la Orden de la Jarretera (la más importante y exclusiva del Reino Unido) y de la Orden del Mérito. También la nombró miembro de su Consejo Privado y le concedió el honor de asistir como invitada a su 70 y 80 cumpleaños, a pesar de ser ambas celebraciones eventos de carácter privado.
Margaret Thatcher falleció el 8 de abril de 2013 a los 87 años y, en un gesto poco común en ella, la Reina tomó la decisión personal de asistir al funeral que se celebró en su honor en la Catedral de San Pablo de Londres. Un hecho casi excepcional, ya que no había acudido al funeral de ninguno de sus anteriores primeros ministros desde el fallecimiento de Winston Churchill en 1965. Por expreso deseo de la fallecida no fue una ceremonia de Estado, pero entre el Palacio de Buckingham y la familia Thatcher se acordó rendirle honores semejantes a los que en su día recibieron la Princesa de Gales o la Reina Madre ¿Supuso esto la reconciliación definitiva entre estas dos poderosas mujeres enfrentadas durante años?