La última trastada ha venido de la mano de uno de los sobrinos de Markle, Tyler Dooley, hijo mayor de su hermano Thomas Junior, que intentó acceder a una discoteca en Kingston-upon-Thames, al suroeste de Londres, armado con un cuchillo de 10 centímetros de hoja. Los hechos se produjeron la noche del sábado, después de que se celebrara la mediática boda de su tía. Él, su hermano y su madre se trasladaron a la capital británica a pesar de no haber sido invitados a la boda, alentando los rumores de que comentarían el enlace en 'Good Morning Britain', un programa de televisión del Reino Unido. Sin embargo, esto nunca llegó a suceder y se desconocen las intenciones que llevaron a este trío a tomar un vuelo hasta la ciudad del Támesis.
La policía local confirmó que recibieron una llamada durante la madrugada del 20 de mayo, recibiendo el aviso de que un hombre "declaró abiertamente que tenía un cuchillo al intentar acceder" al club. Los agentes llegaron poco después al local, para trasladarse más tarde a un hotel en Kingston donde hablaron con dos hombres que estaban de viaje en Reino Unido y que tenían relación con el suceso. "Uno de los dos hombres entregó además voluntariamente un aerosol nocivo", según aparece en la nota de prensa publicada por Sky News.
La pesadilla de Markle
Finalmente, la noche acabó bien para Dooley y no se produjo ningún arresto. De este modo, queda patente que la familia de la Duquesa de Sussex se ha propuesto empañar uno de los momentos más felices de su vida. Resentidos por no haber sido invitados, según han reconocido ellos abiertamente, no han dejado de manchar el nombre de Markle desde que se anunció su compromiso con el royal británico. Teniendo en cuenta todo lo que le han hecho pasar, no es de extrañar que la mujer del Príncipe Harry vetara de su lista de invitados a casi toda su familia, siendo su madre la única pariente cercana que asistió y teniendo que ser llevada al altar por el Príncipe de Gales.