Una situación que tiene a Isabel II de Reino Unido profundamente preocupada. La Reina no termina de creerse la decisión que ha tomado su nieto el Príncipe Harry junto a su mujer Meghan Markle. Decisión, además, de la que se enteró de forma precipitada y sin previo aviso. Es más, se enteró por televisión como el resto de los británicos, algo que le ha provocado un dolor todavía más profundo. De hecho, cuando horas antes de que a las 18:30 del miércoles 8 de enero se enviara el comunicado de prensa, los Duques de Sussex retomaron su agenda oficial tras varias semanas de vacaciones en Canadá con su habitual sonrisa y sin poder intuir nada de lo que iba a ocurrir.
La Reina Isabel todavía está tratando de digerir esa decisión, pero ha optado por no trastocar sus planes de permanecer, como cada año, hasta principios de febrero en su residencia de Sandringham, donde se instala a mediados de diciembre para disfrutar allí de la Navidad. Allí la Monarca ha decidido evadirse por unas horas del gran problema familiar e institucional al que se enfrenta la Casa Real disfrutando de una de sus grandes aficiones, la caza.
La Reina se evade de los problemas en una cacería
Las próximas semanas serán decisivas para configurar el papel del Príncipe Harry y Meghan Markle, que han expresado su deseo de "seguir cumpliendo con nuestros deberes respecto a la Reina, la Commonwealth y las organizaciones de nuestro patronazgo" viviendo a caballo entre Reino Unido y Norteamérica. Pero la cosa no es tan sencilla como la presentan y por delante hay semanas de muchas reuniones con los gabinetes tanto de la Reina Isabel como del Príncipe Carlos e incluso del Príncipe Guillermo de Inglaterra.