Mako de Japón nació como Alteza Imperial con dignidad de princesa como hija del Príncipe Akishino, vástago del Emperador Akihito. Fue además la primera nieta, una niña que creció con su hermana Kako hasta la llegada en 2006 de su hermano Hisahito, la única esperanza de la Familia Imperial para la sucesión debido a que en el país del sol naciente ni puede reinar una mujer, ni tampoco hay derechos para los hijos de las princesas.
La Princesa Mako siempre imaginó que su destino acabaría estando alejado de la Familia Imperial al no permitirse que mantuviera su posición si no se casaba con una persona de linaje noble o real. Y así ha sido, aunque no esperaba tanto sufrimiento ni tanta renuncia en un momento que debería ser el más feliz de su vida.
La pareja se conoció en la universidad en 2012. Se enamoraron, comenzaron una relación y en 2017 anunciaron su compromiso. La boda tuvo que aplazarse debido a que se descubrió que la madre de Kei Komuro tenía una deuda de unos 30.000 euros con el que había sido su pareja para pagar los estudios de Komuro. Ella decía que se trataba de una donación, mientras que él aseguraba que era un préstamo. El escándalo estaba servido y logró que la boda tardara cuatro años en tener lugar.
Kei Komuro se fue a Estados Unidos para labrarse una carrera como abogado, estudió en la Universidad de Fordham y tras graduarse, consiguió un empleo en Nueva York. Dejó de ver físicamente a la Princesa Mako, pero su relación no solo no se rompió, sino que siguieron adelante. Finalmente se permitió la boda, que tuvo lugar el 26 de octubre de 2021. Fue tan solo un trámite sin ningún tipo de ceremonia debido a que se dio permiso al enlace, pero sin la parafernalia habitual.
Boda discreta y una vida en Nueva York
Entre protestas de algunas personas que estaban contra la boda, la pareja concedió una rueda de prensa en la que hablaron del amor que sentían el uno por el otro y cómo casarse era necesario para su felicidad. Agradecieron el apoyo y lamentaron las críticas, criticando además las noticias falsas y la desinformación vertida en estos años tan duros en los que Mako de Japón tuvo que enfrentarse a un cuadro de estrés postraumático.
Una vez cumplido este trámite, y ya con la Princesa Mako despojada de sus títulos, tratamientos, sus joyas, su posición y hasta de la dote que corresponde a las princesas que dejan la Familia Imperial, cifrada en 1,16 millones de euros, la pareja se instaló en un piso en Tokyo que en nada se parece a la residencia palaciega de Akasaka en la que Mako vivía con sus padres y hermanos.
Después de un tiempo de adaptación y de tener el pasaporte, que Mako Komuro ha tenido que sacarse por primera vez debido a que los miembros de la Casa Imperial carecen de él, les espera una vida sencilla en Estados Unidos. Kei Komuro seguirá desempeñando su trabajo como asistente legal en Lowenstein Sandler LLP. y la pareja vivirá en un apartamento de una habitación en Nueva York.
Como señala NHK, se trata de un piso de alquiler que van a pagar ellos mismos, sin ayuda de una Casa Imperial a la que Mako Komuro, nombre tomado tras su boda, ya no pertenece. Se desconoce si Mako tiene ahorros, pero lo que sí se sabe es que no tiene su dote. Se entiende que buscará un trabajo remunerado y privado. No desea conceder entrevistas ni llevar una vida pública al estilo Harry y Meghan. Currículum no le falta. Está graduada en Arte y Patrimonio Cultural, tiene un certificado en conservación y cuenta con un Máster en Museología por la Universidad de Leicester.