Pasadas la 3 de la tarde comenzaron a llegar los invitados a la iglesia de San Trófimo, en Bormes-les-Mimosas, entre ellos, por supuesto, los cuatro hermanos de la novia: el Príncipe Guillermo y heredero al trono junto a su mujer, la Princesa Stéphanie, su hijo mayor, Charles, ya que el pequeño François nacía a finales del mes de marzo; el Príncipe Félix con su mujer, Claire, y sus dos hijos, Amalia y Liam; el Príncipe Louis junto a sus hijos, Gabriel y Noah; y el Príncipe Sebastian.
La Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo llegaba hasta la iglesia en compañía de uno de los hermanos del novio. Para esta ocasión tan especial optaba por un look firmado por el mismo diseñador que el vestido de su hija, Elie Saab, quien también vistió a sus cuñadas, Stéphanie y Claire para sus bodas. El look consistía en un mono negro con escote asimétrico con una enorme flor verde en su hombre derecho que descendía por el pecho dejando una larga cola verde al otro lado que esta optaba por lucir a modo chal.
40 minutos después de que empezase a llegar los invitados lo hacía por fin la novia acompañada de su padre, el Gran Duque Enrique. A diferencia de sus cuñadas, cuyos vestidos de novia eran mucho más ostentosos engalanados con pedrería, Alexandra de Luxemburgo hizo gala de su discreción un vestido sencillo con un escote en pico con el detalla de una superposición cruzada en el torso sobre una falda de caída recta hasta cubrirle los pies, una excelencia propia de un Atelier Alta Costura como el de Elie Saab.
En cuanto a joyería, la novia lucía una tiara, la Chaumet Choker, también bastante discreta pero con un enorme valor al contar con un enredo en forma de hojas con pequeños diamantes y coronada también con la misma piedra preciosa. Esta cuenta también con la posibilidad de lucirla en la parte superior con unas perlas -que originalmente eran unos zafiros que la Duquesa Josefina Carlota, abuela de Alexandra, decidió cambiar tras su adquisición en un subasta a finales de los años setenta-, pero la Princesa Alexandra optó por lucirlas y apostando así, una vez más, por la sencillez.
La ceremonia duró aproximadamente unas dos horas y fue oficiada por el Obispo de Fréjus-Toulon. Tras esto, los novios salieron de la iglesia convertidos también en marido y mujer ante los ojos de Dios ante los vítores de los invitados y una banda de gaitas en homenaje al origen bretón de Nicolas Bagory. Como también ocurrió en su enlace civil, los recién casados no regalaron a los allí presentes la esperada imagen de su beso a pesar de que sus familiares los animaron. Tras esto, ambos se marcharon del lugar en un coche blanco, un MGB Roadster. Fue en este momento cuando se produjo el momento cómico de la ceremonia ya que el novio no conseguía arrancar el coche y fue su ya mujer la que le ayudó a hacerlo desde el asiento del copiloto.