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Siempre se ha dicho que la relación entre la Reina Sofía y Jaime de Marichalar ha sido buena, tanto durante el tiempo en el que estuvo casado con la Infanta Elena, como desde 2007, cuando la pareja real se separó. Es cierto que Doña Sofía ha sido la que más le ha apoyado en estos años, aunque tras comprobar su frío reencuentro en la boda de los Duques de Huéscar, quizás no es todo tan idílico.
Aunque no hay que olvidar el pasaje del libro de David Rocasolano en el que recuerda que cuando en una reunión familiar, Jaime de Marichalar tuvo una crisis y fue la Reina Sofía la que más se preocupó por él, y aunque ahora haya cierta frialdad, Doña Sofía aprecia sinceramente al padre de dos de sus nietos.
Doña Sofía entiende el matrimonio como algo que debe ser para toda la vida, y por eso le dolió mucho el divorcio de su primogénita, también por cómo podía afectar a Froilán y Victoria Federica que sus padres ya no estuvieran juntos. Al final tuvo que aceptarlo y ayudar en todo lo posible a su familia.
Los reparos de la Reina Sofía
Esa pena por el divorcio y ese aprecio hacia su exyerno no fue siempre así. Como desvela Carmen Enríquez en el libro 'Sofia: Nuestra Reina', de editorial Aguilar, a la madre de Felipe VI no le entusiasmaba la elección de su hija porque no estaba realmente convencida de que Marichalar se hubiera casado con la Infana Elena por amor: "Siempre creyó que le movieron otros intereses".
Además, no le parecían bien ciertos comportamientos y actitudes que el aristócrata tenía con la Duquesa de Lugo: " No le gustaba el trato que su hija recibió de su marido durante el tiempo que estuvieron unidos en matrimonio", recuerda la autora.