El Gran Premio de Fórmula 1 en Mónaco supone todos los años una oportunidad de excepción para poder ver a los diversos miembros de la familia Grimaldi en u n ambiente distendido y alejado del protocolo, disfrutando como los que más del evento deportivo. Sin embargo, no todo es deporte, ya que también se celebran muchas fiestas como la del viernes 25 de mayo y a la que acudieron los hermanos Ducruet, que se convirtieron en grandes protagonistas.
Después de esta fiesta, el gran día de la 73º edición de esta competición tuvo lugar el domingo 27 de mayo. Ese fue el día en el que se celebró la carrera en las calles de Montecarlo con unos testigos de excepción: los hijos de la Princesa Carolina de Mónaco. Situados tras las vallas de seguridad y a pie de pista, los hermanos Pierre y Andrea Casiraghi no se perdieron ni una de las vueltas.Junto a ellos estaba también el pequeño Sasha, hijo de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo. Era la primera vez que el hijo mayor de la pareja acudía a este acontecimiento y para tal especial ocasión apareció impecablemente vestido con un traje de chaqueta y corbata. Un divertido atuendo a conjunto con su padre, que en todo momento estuvo pendiente de él.
La Princesa Charlene y su espontáneo gesto
Tras la carrera, en la que el piloto australiano Daniel Ricciardo se alzó con la primera posición, el Príncipe Alberto fue el encargado de entregar el trofeo al ganador. Fue en ese momento cuando su esposa protagonizó una de las anécdotas de la jornada al agarrar la botella de champán y llevársela a la boca.
Ante la incrédula y atónita mirada de los allí presentes, la Princesa Charlene dio muestras de una espontaneidad muy impropia de ella y su gesto fue seguido posteriormente por su marido. Finalmente todos acudieron cubiertos de la espumosa bebida y disfrutaron de la victoria del ganador.