Kate Middleton se adaptó muy pronto y muy bien a ser miembro de la Casa Real Británica y a formar parte de la Familia Real Británica, que parece lo mismo, pero no lo es. No ha puesto problema a la mayor parte de normas y tradiciones, ha hecho lo que se ha esperado de ella hasta convertirse en la Princesa de Gales perfecta, pero siguiendo su propio estilo. Eso sí, hay líneas rojas incluso para ella, sobre todo en relación con sus hijos, el Príncipe George, la Princesa Charlotte y el Príncipe Louis.
El Príncipe Guillermo y Kate Middleton son unos padres muy presentes. Son conscientes de su posición, pero siempre han antepuesto los cuidados y el bienestar de sus hijos a la Corona, algo que confirmó el que fuera su secretario de comunicación y fiel amigo, Jason Knauf, que desveló en una entrevista en '60 Minutes Australia' que cuando planificaban la agenda oficial siempre pensaban primero en sus hijos.
Y como lo primero son sus hijos, la Princesa de Gales se ha mostrado inflexible con determinadas tradiciones familiares que le parecen fuera de lugar y que se ha negado que continúen George, Charlotte y Louis. Así lo revela el libro 'Yes, Ma'am - The Secret Life of Royal Servants', obra de Tom Quinn en la que desvela detalles y secretos de la Familia Real Británica a partir de testimonios de extrabajadores de la Casa Real Británica.

En uno de los pasajes del libro se cuenta que Kate Middleton se negó a que sus hijos participaran en una tradición de sangre que realizan los miembros de la Familia Real Británica y que consiste en que los jóvenes de la dinastía salen a cazar y después les manchan la cara con sangre de su primera presa. En el extracto del libro que cuenta esta historia y al que tuvo acceso Daily Mail se revela que la Princesa de Gales se negó a hacer pasar a sus hijos por eso y se mantuvo firme en su decisión.
El Príncipe Harry contó cómo fue su experiencia
El Príncipe Guillermo y el Príncipe Harry sí tuvieron que pasar por eso, algo de lo que habló el Duque de Sussex en su biografía 'En la sombra'. Recordó el Príncipe Harry que Tiggy, su niñera, le dijo "¡Bien hecho!" la primera vez que mató a una presa, un conejo, y que recogió sangre con la mano y le embadurnó la frente, las mejillas y la nariz : "Ya estás bautizado", le dijo. Pero eso fue solo el principio.
Cuando tenía 15 años, en Balmoral, su guarda, Sandy, le llevó a cazar un ciervo. Después de abatirlo, y de que Sandy le abriera el vientre con un cuchillo, hizo arrodillarse al Príncipe Harry y le metió la cabeza en el cuerpo del animal. "Tenía la nariz y la boca llenas de sangre, vísceras y un calor intenso y desagradable", recordó Harry, que tenía la cara chorreando de sangre y dejó que se secara.
"Si amabas la naturaleza, según decía siempre mi padre, debías saber cuándo dejarla tranquila y cuándo intervenir en ella, lo cual implicaba practicar la caza selectiva, y eso implicaba matar. Era una forma de culto", añadió en el libro sobre aquel rito que la Princesa de Gales ha prohibido que tenga lugar en la siguiente generación para evitar que sus hijos tengan que pasar por lo mismo.