Reina Sofía de España: de la Fe Ortodoxa al Catolicismo
En un primer intento de mediar en la situación, el Rey Pablo de Grecia y Don Juan de Borbón (padres de los novios) decidieron recurrir al Papa Juan XXIII, que dio su consentimiento para que el enlace se oficiase. Sin embargo, para contentar a todas las partes la condición acordada fue que hubiera tres ceremonias: una civil, una católica y otra ortodoxa.
Charlene de Mónaco: del Protestantismo al Catolicismo
Otra consorte que posee este privilegio de blanco es la Princesa Charlene de Mónaco, pese a que desde nacimiento se le inculcaron los valores protestantes de su Sudáfrica natal. Unos valores y una fe a las que tuvo que renunciar la exnadadora olímpica en cuanto ella y el Príncipe Alberto de Mónaco decidieron casarse en 2010.
En abril de 2011, solo tres meses antes de la boda, la Princesa Charlene fue bautizada como católica coincidiendo con la Misa de Pascua celebrada durante el Domingo de Resurrección. Una ceremonia por la que también tuvo que pasar en su día la madre de su marido, la actriz Grace Kelly, para poder casarse con el Príncipe Rainiero el 19 de abril de 1956.
Aunque la conversión al catolicismo era un requisito indispensable, la Princesa Charlene siempre ha declarado que fue "por voluntad propia". Es más, durante todos estos años la esposa del soberano monegasco no ha dudado en reafirmar su ferviente devoción en diversas entrevistas, como a la revista People: "El Catolicismo es la religión del Estado de Mónaco, pero para mí representa mucho más. Los valores de esta religión me han llegado profundamente y se corresponden perfectamente con mi espíritu".
Fuentes allegadas a la Familia Real Monegasca aseguran que el nacimiento de sus hijos, los Príncipes Jacques y Gabriella, le ha reforzado todavía más en sus convicciones religiosas y que es habitual verla acudir a misa con sus hijos. De hecho, tras el nacimiento de los mellizos, su primer desplazamiento fue para acudir a una eucaristía en la que, según ella misma declaró a Paris-Match: "rezó por todos y dio gracias al Señor por su marido y sus dos hijos".
Las princesas (ahora) luteranas de Dinamarca
Muchas veces, aparte de cambiar de religión, también hay que cambiar de nacionalidad. Eso fue lo que les ocurrió a las dos nueras de la Reina Margarita de Dinamarca: la Princesa Mary, nacida en Australia y perteneciente a la religión presbiteriana, y a la Princesa Marie, francesa y católica.
Ambas, para poder casarse con los Príncipes Federico y Joaquín (respectivamente) tuvieron que renunciar a sus creencias religiosas y pasar a formar parte de la Iglesia Luterana. Desde entonces, es muy frecuente verlas en los diversos actos religiosos a los que acude la Familia Real Danesa. Además, los hijos de ambas parejas reales están bautizados en la confesión luterana.
Las dos princesas tuvieron que hacer una tercera renuncia por amor. Aparte de abandonar su religión y cambiar de nacionalidad, estas dos mujeres jóvenes y profesionales se vieron obligadas a renunciar a sus carreras en el ámbito de las empresas y finanzas: la Princesa Marie era asesora financiera y su cuñada, la Princesa Mary, era Licenciada en Derecho y Comercio, así como experta en marketing.
Otras princesas y reinas que no lo hicieron
Hay otras royals que, en contraposición a las anteriores, han podido mantener la fe en sus respectivas religiones, como es el caso de la Reina Máxima de Holanda. Ella, argentina y católica de nacimiento, pudo mantener sus creencias pesa a contraer matrimonio con el ahora Rey Guillermo Alejandro en una ceremonia protestante celebrada en la iglesia Nieuwe Kerk de Ámsterdam en 2002.
En el caso de la argentina, la principal renuncia que tuvo que hacer el día de su boda no tuvo nada que ver con cuestiones religiosas, sino con discrepancias políticas. Y es que debido a que su padre fue ministro de la dictadura de Videla, la presencia de los padres de la novia fue vetada en la boda.
Por su parte, la Reina Matilde de Bélgica, por ser católica al igual que su marido el Rey Alberto, tampoco se vio obligada a pasar por este trámite. Lo mismo ocurrió con la Princesa Mette-Marit de Noruega, ya que comparte la fe luterana con su marido el Príncipe Haakon de Noruega.