Conforme los países empiezan a tener controlada la crisis del coronavirus se van levantando las restricciones y comienza la llamada 'nueva normalidad' con las mascarillas como el gran complemento del verano para protegerse y proteger a los demás. De ahí que los Reyes Felipe y Matilde de Bélgica hayan tratado de dar esa normalidad a los actos de celebración del Día Nacional de Bélgica que, lógicamente, han sido los más atípicos vividos nunca aunque cumpliendo con la agenda tradicional.
Como es habitual, los Reyes y sus cuatro hijos llegaron a las diez de la mañana hasta la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas para asistir a una Misa en la que se ha rendido homenaje a los casi 10.000 habitantes del país que han perdido la vida por la Covid19. La Familia Real llegó sin mascarilla, colocándose la correspondiente protección a la entrada del templo, donde se permitió el acceso únicamente a un centenar de personas, nada que ver con los años previos.
Algo que también ocurrió a la salida de la Catedral, donde se impuso la distancia social y los Reyes y los cuatro Príncipes no se detuvieron varios minutos, como solía ser 'lo normal', para estrechar la mano a los belgas y agradecerles su apoyo. Después de abandonar el templo, los Reyes han cambiado su atuendo para asistir a un reducido desfile militar con motivo del 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Una jornada festiva con apoyo a los más vulnerables
Un desfile por tierra y cielo al que también han podido acudir otros miembros de la Familia como la Princesa Astrid de Bélgica, el Príncipe Lorenzo de Bélgica y Austria o el Príncipe Laurent de Bélgica, que se han colocado juntos en las gradas para seguir desde primera fila el desfile. Por su parte, los Reyes y sus cuatro hijos, colocados en el palco central, sí prescindieron de sus mascarillas durante el acto al poder guardar la correspondiente distancia de seguridad.
Y para finalizar la jornada festiva, después de otro cambio de vestuario, esta vez por parte de prácticamente toda la familia, los Reyes y sus hijos, siguiendo esa línea de apoyo a los más vulnerables durante la crisis, visitaron el Centro Residencial Cecilia, donde fueron recibidos con un pequeño baile. Tras recorrer las instalaciones y conocer a sus residentes -la mitad de ellos han estado enfermos y han perdido a casi una veintena de residentes-, los Príncipes se dirigieron a una food truck para degustar unas patatas fritas como fin del día festivo.