La transición entre Alberto y Felipe de los Belgas ha sido más discreta que la de sus homólogos neerlandeses, pero no ha estado exenta de celebraciones.
A pesar de las diferencias entre Flandes y Valonia que siempre pululan en Bélgica, el país se ha unido para celebrar los festejos de la coronación del hasta entonces Príncipe Heredero y hoy Rey de los Belgas, Felipe.
Pese a la pompa y boato que sus vecinos holandeses desplegaron el pasado 30 de abril con motivo de la investidura de Guillermo Alejandro como Rey de Países Bajos, los Belgas han sido más discretos y han unido las celebraciones del Día Nacional con la abdicación de Alberto II y la posterior coronación del Rey Felipe.Así, tras un intenso día marcado por la renuncia del que ha sido Monarca desde 1993, año en el que asumió el Trono tras la muerte de su hermano Balduino, y la posterior coronación de Felipe como Rey de los Belgas, han finalizado los actos.
Las celebraciones comenzaron el sábado con el concierto Preludio a la Fiesta Nacional en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, al que siguió un Baile Nacional en el centro de la ciudad. El domingo la Familia Real asistió a un Te Deum en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula. Al oficio le ha seguido la abdicación de Alberto II y la proclamación del Rey Felipe. Luz y color para cerrar los actos de coronación
Por la tarde, Su Majestad ha presidido el desfile del Día Nacional en la Plaza de Palacio ente las tropas y ha visitado la Tumba al Soldado Desconocido, y posteriormente los nuevos Reyes han celebrado la Fiesta del país en Parque Waranderl, donde han sentido nuevamente el calor del pueblo.
Y como buen festejo, todo ha terminado con un espectáculo de luz, color y fuegos artificiales, donde incluso la cara del Rey Felipe y la Reina Matilde ha sido proyectada en el Palacio de la Academia bajo el título 'Viva el Rey' en francés.
Sus Majestades salieron al balcón del Palacio de Bruselas para saludar a los ciudadanos en un día tan especial, y se mostraron muy cómplices, estuvieron abrazados e incluso el tímido Felipe dio un beso en la mejilla a su esposa. Comenzó así el primer día de un nuevo reinado para Bélgica.