El pasado lunes 11 de noviembre a mediodía se produjo la tradicional despedida oficial a los Reyes desde el Pabellón de Estado del Aeropuerto Adolfo Suarez, Madrid-Barajas. Don Felipe y Doña Letizia estaban nerviosos e ilusionados y se pudo ver a la Reina muy risueña, además de elegante con una americana pata de gallo en blanco y negro de Uterqüe.
La elegancia de la Reina Letizia
El viaje era largo, aunque nada para unos Reyes acostumbrados a recorrer el mundo en avión por motivos oficiales y que hace nada estuvieron en Japón y Corea del Sur. Así, a última hora de la tarde aterrizaron al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, donde fueron recibidos por el embajador de España en Cuba, Juan Fernández Trigo, el embajador de Cuba en España, Gustavo Machín, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, la directora de Europa del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, Alba Soto, y por el encargado de España, Miguel Moré.
Como era de esperar, Doña Letizia se había cambiado, no solo por la cantidad de horas que habían pasado, sino por la diferencia de temperaturas entre Madrid y La Habana. Dejó su estilismo en blanco y negro por un acertado vestido camisero con estampado de cebra modelo Danimala firmado por Hugo Boss, una de sus marcas favoritas.
El gesto de los Reyes era de cansancio, sobre todo el de la consorte real, que no estaba demasiado animada tras un vuelo tan largo. Sin embargo, ambos estaban muy ilusionados ante su histórico Viaje de Estado a Cuba. El martes 12 comienzan los actos, marcados por una ceremonia de bienvenida y una cena en el Consejo de Estado.