Nadie había conseguido hablar con el Rey Juan Carlos tras su abdicación en favor de su hijo Felipe. El que hasta hace poco menos de un año era el monarca de todos los españoles, desde que dejara sus responsabilidades políticas aparcadas, ha pasado a un discreto segundo plano, sin querer interferir demasiado en la vida pública y dejando todo el peso del cargo sobre los hombros del Rey Felipe VI.
"Quizá la palabra emoción se quede corta. Fueron sentimientos contradictorios: la satisfacción del deber cumplido y el dolor de la despedida; la pena de pensar que me retiro y el orgullo de un padre de ver a su hijo allí", asegura Juan Carlos.
De gente de izquierda y penas de muerte
El rey Juan Carlos agradece el comportamiento de los miembros de la izquierda durante la Transición. "Aunque no guste a todo el mundo, nunca podré olvidar el comportamiento del Partido Comunista y del PSOE durante la Transición... Si en aquellos momentos a la izquierda española, y concretamente a Santiago Carrillo, se le hubiera ocurrido sacar su militantes a la calle, hoy ni tú ni yo estaríamos aquí".
Como anécdota, destaca que de todos los poderes que le concedió el dictador Franco, había uno que no le dejaba dormir por las noches. "Figuraba uno terrible: la potestad de firmar una pena de muerte. No dormía pensando en eso. Fueron -hasta la aprobación de la Constitución de 1978- tres años conviviendo con esa angustia", dice el rey sobre los tumultuosos tiempos previos a la llegada de la democracia.