El Rey Juan Carlos ha tenido una vida singular con momentos muy buenos y otros terriblemente malos. Ha disfrutado de una existencia rodeada de placeres a los que poca gente puede acceder, pero al mismo tiempo ha conocido desgracias que afortunadamente no tantos han tenido que padecer.
Ha vivido mucho y sabe que ya no le queda tanto por vivir. Quizás por eso y ya cansado de soledad y ciertas humillaciones, ha tomado la decisión de llevar la existencia que quiere. Por eso ha dejado La Zarzuela como su residencia permanente para establecerse en el lugar en el que es realmente feliz.
Al menos eso es lo que señala Pilar Eyre en Lecturas, donde asegura que se ha mudado a Sanxenxo, un enclave de las Rías Baixas que le ofrece todo lo que necesita para ser feliz. En La Zarzuela no está demasiado a gusto. Su relación con la Reina Sofía ha mejorado mucho, pero eso no quiere decir que desee estar todo el tiempo con ella.
Su felicidad está en Galicia
Aunque en Madrid están la Infanta Elena y sus nietos Froilán y Victoria Federica, con los que tiene muy buena relación, al final cada uno hace su vida. Lo mismo pasa con otros parientes y amigos. Al final, donde mejor se encuentra es en Sanxenxo, donde puede dedicarse a lo que más le gusta: la vela.
Cada vez pasa más tiempo en las Rías Baixas, donde puede practicar este deporte que se adecúa a sus características físicas. Allí tiene el cariño del grupo de amigos que ha forjado en estos años de regatas, encabezado por el armador Pedro Campos, que se ha erigido como el Josep Cusí gallego. Se dice que tiene una habitación en su casa, mientras que otros señalan que ha ocupado unos camarotes que utilizan los capitanes del Club Náutico de Sanxenxo. Así, en Sanxenxo tiene una felicidad plena que no encontraba en Madrid, y menos ahora que la Infanta Pilar, hermana, amiga y confidente, ya no está.