El Rey Felipe fue testigo de la victoria de Nadal en Roland Garros ante el noruego Casper Ruud, que contó con el apoyo de Haakon y Mette-Marit de Noruega.
Un 5 de junio de 2005 comenzó a forjarse la leyenda de Rafa Nadal, el mejor tenista español de la historia y también de todo el mundo, al menos tras ganar Roland Garros por decimocuarta vez y sumar 22 Grand Slams, dos más que sus grandes rivales Roger Federer y Novak Djokovic.
Fue precisamente un 5 de junio, pero 17 años más tarde, cuando Nadal logró este hito tras vencer por 6-3, 6-3, 6-0 al noruego Casper Ruud, que poco pudo hacer ante el empuje del de Manacor, que pese a sus lesiones demostró una vez más que es el rey de la tierra batida, el rey de París. Y precisamente de reyes iba el asunto. Ese 5 de junio de 2005 la Reina Sofía abandonó la final de Roland Garros al recibir el aviso de que la Infanta Cristina había dado a luz a su cuarta hija. Y el mismo día en el que Irene Urdangarin celebraba su 17 cumpleaños, su tío, el Rey Felipe, era testigo de cómo otro 5 de junio pasaba a la historia para Rafa Nadal.
Buen rollo entre royals
Don Felipe había viajado a París para apoyar al tenista junto a Miquel Iceta, Ministro de Cultura y Deporte, que tampoco quiso perderse el encuentro. Este partido mostró no solo que Nadal es un tenista impresionante, sino lo cálida que es la relación entre Felipe VI y sus primos noruegos, con los que se reencontró tras no haberse visto, que se sepa, desde la Confirmación de Ingrid Alexandra de Noruega el 31 de agosto de 2019, a la que el Rey de España acudió en calidad de padrino de la hija de Haakon y Mette-Marit de Noruega.
Felipe VI y Haakon de Noruega, que acababa de volver de Groenlandia, han sido siempre buenos amigos, y aunque con el paso del tiempo esa relación se fue enfriando, nunca han dejado de tenerse afecto. Así se puso de manifiesto en el palco de autoridades del Estadio Roland-Garros, donde ambos royals se encontraron y se saludaron con mucho cariño. Lo mismo ocurrió con Mette-Marit de Noruega, que acompañó al Príncipe Heredero a París para animar a su compatriota Casper Ruud, que no pudo retirar una corona que Nadal se resiste a abandonar.