Cumpliendo con la puntualidad británica tan característica, el traslado de los restos mortales de la Reina hasta la Catedral de St Giles comenzó a las 14:30 (hora del país), siendo el momento en que se pudo ver al Rey Carlos III salir también del Palacio de Holyrood, acompañado de los príncipes Eduardo, Andrés y Ana. Los tres hijos pequeños de Isabel II fueron los encargados de recibir la jornada anterior el féretro de su madre en el palacio escocés, siendo destacable la reverencia que hizo su hija ante el ataúd en el momento en que accedía al interior de la residencia real. Junto a ellos estuvieron la Reina Camilla, Sir Timothy Laurence y Sophie de Wessex, nueras y yerno de la Reina.
Durante toda la procesión, las salvas de varios cañonazos en honor de Isabel II fueron el único sonido que rompió el gélido silencio que había en las calles de Edimburgo. El pueblo escocés mostró el gran respeto y cariño que sentía por su Reina, quien siempre demostró a lo largo de su vida lo mucho que amaba esta tierra. Cabe recordar que disfrutó de sus últimos días en su residencia privada de Balmoral, el castillo escocés al que tanto cariño tenía y que, sin duda, era el lugar donde se sentía verdaderamente en casa. No obstante, que la Soberana eligiera Escocia para morir se ha interpretado como todo un guiño a la importancia de la región para Reino Unido, ya que pretenden celebrar un nuevo referéndum de independencia.
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Funeral y posterior vigilia en la Catedral de St Giles
Mientras que la procesión con el féretro de Isabel II se desarrollaba por las céntricas calles de Edimburgo, en el interior de la Catedral de St Giles ya esperaban desde hacía horas las diversas autoridades invitadas al oficio religioso que se iba a llevar a cabo en memoria de la Reina, entre las que se encontraban la Primera Ministra, Liz Truss. Se trata del primer funeral público que se celebra en su honor con el féretro presente, ya que, desde que se conoció la noticia de su fallecimiento, comenzaron a dedicarse misas en su recuerdo por todo el país. Destacaron especialmente la Catedral de San Pablo (Londres), a la que acudió parte del Gobierno británico la misma tarde de anunciarse la muerte, o en una iglesia cercana al Castillo de Balmoral, que contó con presencia de parte de la Familia Real británica que todavía permanecía en la residencia velando el cuerpo de la Reina.
Una vez que se haya llevado a cabo el servicio religioso en honor de Isabel II, comenzará una vigilia de 24 horas para que el pueblo escocés pueda despedirse de su Reina. Para ello, el féretro permanecerá durante todo este tiempo en la Catedral de St Giles. Está será la primera capilla ardiente pública de la Monarca, aunque la más importante de todas será la que tenga lugar en la capital británica. Tal y como estaba previsto en la 'Operación Puente de Londres', su cuerpo se velará durante cuatro días en el Palacio de Westminster, cerrándose únicamente una hora al día en todo ese tiempo. Posteriormente, será celebrado el gran funeral de estado en la Abadía de Westminster, para su traslado final y definitivo a Windsor, donde se enterrará en la Capilla de San Jorge junto a sus padres, su hermana Margarita y su esposo Felipe.