El permiso penitenciario concedido a Iñaki Urdangarin para que pudiese salir cuatro días de la cárcel ha sido todo un revitalizante para él. El exdeportista optó por acudir a su tierra natal, Vitoria, para poder pasar Nochebuena y los días siguientes con sus familiares más cercanos, incluida una muy enamorada Infanta Cristina, que no se separó de él en su estancia. Y, aunque se esperaba que Urdangarin se recluyese en su casa para huir de las fotografías, no fue así.
Parece que el cuñado de Felipe VI no podía aguantar más encerramientos, y decidió aprovechar todos esos días para pasear por su ciudad, algo que apenas puede hacer en su celda. En una de esas travesías se pudo ver cómo Urdangarin y su familia acudían a misa muy unidos, con la madre del vasco realmente contenta y con los hijos del exduque de Palma muy cercanos a su progenitor.
Un gran alboroto por acercarse a Urdangarin
Así, y como ahora cuenta Pilar Eyre en Lecturas, parece que esas visitas a la Iglesia dieron de qué hablar. Al entrar, muchos fueron los susurros escuchados y las cabezas que se giraban para presenciar quién había entrado. Sin embargo, el mayor revuelo ocurrió cuando el sacerdote pidió a los presentes que se diesen "la paz", en el que los fieles se profesan amor mutuo. Entonces Urdangarin besó a sus familiares y el resto de feligreses quisieron darle su apoyo acercándose para abrazarle o expresar ánimos. Finalmente, el sacerdote tuvo que poner orden.
Para Iñaki Urdangarin, la religión ha sido uno de sus apoyos fundamentales en estos momentos tan duros, por lo que no podía dejar de asistir a esta ceremonia, en una Iglesia muy familiar para él. Además, en Vitoria se ha sentido muy arropado tanto por su gente más cercana como por ciudadanos, algo que no le sucedía en la ciudad donde vivió durante muchos años, Barcelona. Allí el ambiente era mucho más hostil para él, por lo que incluso evitaba salir a la calle en muchas ocasiones.