Algunas de estas crisis y desgracias han sido personales para la Reina, mientras que otras han podido crear problemas de mayor calado. Todo ha sido superado por los Windsor, una dinastía que sabe renacer de sus cenizas y que hace todo lo posible por sobrevivir, como hizo el Rey Jorge V precisamente abandonando el apellido Sajonia-Coburgo-Gotha para inventarse el Windsor para evitar que el sentimiento antialemán generado en el pueblo británico durante la I Guerra Mundial afectara a la Familia Real.
La abdicación de Eduardo VIII causó una crisis institucional
Los cimientos de Buckingham Palace vuelven a tambalearse ante una decisión histórica que sirve para ayudar a la Corona a recuperarse del daño causado por el Príncipe Andrés, acusado de abusos sexuales, y recuerdan, aunque sea mínimamente, a la gran crisis que vivió la Monarquía cuando el 10 de diciembre de 1936 Eduardo VIII abdicó tras menos de un año como Rey y sin haber sido coronado.
El tío de Isabel II renunció a la Corona para casarse con Wallis Simpson, una divorciada de Estados Unidos a la que nunca habría podido hacer Reina. El momento no habría podido ser peor, con una Europa preparándose para lo que ocurriría menos de tres años después: el estallido de la II Guerra Mundial. El entonces Duque de York, el Príncipe Alberto, asumió el Trono y colocó a la Princesa Isabel en el primer lugar en la línea sucesoria.
Esa abdicación llevó a que Elizabeth Windsor fuera Reina 16 años más tarde, pero también desató una crisis institucional que casi acaba con la Monarquía, salvada por el talante de un Jorge VI (así se hizo llamar el Príncipe Alberto como Monarca), que nunca quiso ni esperó reinar y al que le tocó llevar las riendas del país durante la II Guerra Mundial, la etapa más negra de la historia.
Su sobrino nieto Andrés no ha provocado una crisis constitucional como hizo el Duque de Windsor, pero el huracán creado ha sido tan grande y ha afectado tanto a la imagen de la Monarquía, que a buen seguro Isabel II, llena de dolor por la caída en desgracia de su hijo favorito y por tener que lidiar con algo así en sus últimos años de reinado y de su vida, se ha acordado de su tío, el filonazi que casi se carga a la Monarquía más emblemática del mundo. Ha recordado siempre una crisis que si alguna vez olvidaba, ya tenía a sus asesores para hacerle ver que cualquier paso en falso podía llevar a la dinastía al borde del precipicio como en aquel aciago 1936.