Este jueves 5 de enero de 2023 se celebraba en el Vaticano la misa exequial para dar el último adiós al Papa Benedicto XVI, que fallecía a los 95 el pasado 31 de diciembre. Celebraba en la basílica de San Pedro de la propia Ciudad del Vaticano, esta congregó a numerosos representantes políticos y monárquicos de diferentes países y entre ellos se encontraba la Reina Sofía, quien acudía en representación de la Corona española.
La madre del Rey Felipe VI iniciaba así su agenda oficial de este nuevo año viajando hasta Italia para el funeral del Papa emérito oficiado como no podía ser de otra forma por el Papa Francisco. La Monarca ya se dejaba ver públicamente el día anterior, miércoles 4, a última hora de la la tarde en la capilla ardiente junto a otras centenares de personajes que habían viajado hasta el Vaticano para el último adiós.
En la mañana de este jueves, la Reina Sofía acudía a la misa funeral en compañía de los Reyes de Bélgica, Felipe y Matilde. Los tres se sentaban en primera fila y rodeada de otros representantes políticos. Pero Doña Sofía no viajaba sola desde España para cumplir con su agenda oficial, sino que lo hacía en compañía de la delegación española como Félix Bolaños, Ministro de la Presidencia y encargado de las relaciones del Gobierno español con la Iglesia; Isabel Celaá, embajadora española en la Santa Sede; César García Magán, secretario del episcopado; Carlos Osoro, Vicepresidente del episcopado; Juan José Omella, Presidente de la Conferencia Episcopal; así como otros obispos españoles de varias diócesis.
En ambas ocasiones, la Reina Sofía vestía cómo era de esperar de un riguroso luto. Desde la primera fila de la amplísima bancada, la Monarca siguió la misa celebraba en la Plaza de San Pedro de Roma, donde también se congregaron varios centenares de fieles. Hasta allí se trasladaron los restos mortales del Papa Benedicto XVI, ya dentro de un ataúd de madera de ciprés, como marca el protocolo, después del cierre de la capilla ardiente.
No se trata de un funeral de Estado
A la llegada de los restos, la plaza se fundió en un aplauso en señal de respeto pro el Papa emérito acompañado del sonido de las campanas. Al tratarse de un Papa que había abandonado sus obligaciones papales, este no se trataba de u funeral estado, lo que implicó sonadas ausencias como las de las delegaciones de Italia y Alemania, su país natal, pero aún así congregó a representante de todos los países, que acudían al últimos adiós a título personal.