Los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Hannover tuvieron una niñez marcada por las guerras y el exilio, pero aún así se forjó entre ellos un vínculo inquebrantable que ha perdurado a lo largo del tiempo y que los convierte en una de las familias reales europeas mejor avenidas. Pero... ¿Cómo es realmente la relación entre ellos? ¿Cómo han influido cada uno de ellos en las trayectorias vitales del resto?
La Reina Sofía
La por entonces Princesa Sofía de Grecia fue hija única durante solamente dos años. Dos años en los que se convirtió en el centro de atención de toda la Familia Real Griega, pero especialmente de su padre, para quien su primogénita sería siempre la favorita. Pasado el tiempo ella misma reconocería en Pablo de Grecia al hombre más influyente en su vida.
Las lecciones aprendidas en este centro también le servirían de ayuda para afrontar años después las vicisitudes derivadas de su matrimonio con Don Juan Carlos de Borbón, heredero al trono de España. Desde que se casaron hasta que finalmente ascendieron al trono en 1975 fueron años de incertidumbre e inseguridad, pero la Familia Real Griega al completo estuvo a su lado en todo momento. De hecho, las infantas Pilar y Margarita (hermanas del Rey) en más de una ocasión se habrían quejado de la excesiva presencia de los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Hannover en Zarzuela.
Sin ir más lejos, los dos hermanos de Doña Sofía tuvieron un importante papel en la fatídica noche del 23-F. En el caso de Constantino, que unos años atrás había vivido en sus propias carnes un Golpe de Estado que puso fin a su reinado, estuvo en todo momento al teléfono con Don Juan Carlos para ofrecerle su consejo. La Princesa Irene, por su parte, hizo lo que mejor se le da: ofrecer su compañía a la Reina en aquella larga jornada en el Palacio de La Zarzuela.
El Rey Constantino de Grecia
El núcleo familiar que formaban los Príncipes de Grecia y su hija se vio ampliado el 2 de junio de 1940 con el nacimiento del ansiado heredero: Constantino. Para ser más exactos, el heredero del heredero, ya que el Príncipe Pablo no se convirtió en rey hasta 1947. Sería en ese momento cuando con tan sólo 7 años el miembro más joven de la familia se convirtió en "diádocos" y por lo tanto en heredero al trono.
Sólo por ser hombre sustituyó a su hermana en la línea de sucesión, algo que a Doña Sofía le costó ligeramente comprender y en más de una ocasión consideró injusto. Pasado el tiempo abordaría la cuestión con Pilar Urbano en su biografía 'La Reina' (1996): "Lo que había eran celillos y envidias de niños. A mí me fastidiaba bastante porque de repente todos los regalos fuesen para él (...). A mí, por ser la mayor, aún me tocaba algo. Pero a Irene ¡ni las raspas!"
Los años en el internado de Salem endurecerían el carácter de Doña Sofía y a su vuelta en 1955 ya no quedaban ni rastro de esos celos infantiles. Sería a partir de entonces cuando la relación entre ambos se estrecharía hasta convertirlos en casi inseparables, tal como reconoce la Princesa Irene: "Sofía y Tino siempre estuvieron unidísimos, como uña y carne. Incluso cuando bailaban parecían una sola figura, acompasados en todos sus movimientos. Tenían una profunda amistad de hermanos".
Esa amistad fraternal se mantendría con el paso del tiempo y, de hecho, Constantino tendría un importante papel como "Cupido" en el romance de su hermana con Don Juan Carlos: él fue quien acompañó a su hermana a la boda de los Duques de Kent en 1961 y facilitó los encuentros con el príncipe español. De hecho, fue él mismo quien informó a sus padres de que la relación prosperaba: "Preparaos por si hay sorpresa, porque Juanito está muy asiduo con Sofía y a ella no parece que le desagrade".
Sus predicciones se cumplieron y tras la boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía en 1962 no sólo no perdió a su hermana, sino que ganó a un hermano. El heredero griego y el heredero español se volvieron inseparables gracias a su afición compartida por los deportes marítimos y se apoyaron mutuamente en los golpes de Estado que ambos sufrieron en sus respectivos países. Sin embargo, cuando los rumores de infidelidades del Rey Juan Carlos comenzaron a propagarse, Constantino se posicionó a favor de su hermana y ya nada volvería a ser igual entre ellos.
La Princesa Irene de Grecia
La que sí conserva una buena relación con su cuñado es la Princesa Irene, quien por su tendencia a la discreción siempre ha evitado los enfrentamientos o posicionamientos de cualquier tipo. Aún así, su apoyo a Doña Sofía es incuestionable y su relación va más allá de la hermandad e incluso la amistad: desde que la pequeña de los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Hannover nació el 11 de mayo de 1942, se creó un vínculo inquebrantable entre ellas que todavía perdura a día de hoy.
Con tan sólo cuatro años de diferencia, las dos hermanas se convirtieron en compañeras de juego y también de clase: ambas fueron instruidas por Theofanos Arvanitopoulos, que les inculcó la pasión por la arqueología. Fruto de ello nació el libro 'Cerámicas en Decelia' (1959), en el que las princesas recopilaron los restos arqueológicos encontrados en su residencia de Tatoi. Durante sus años de infancia pasaban tanto tiempo juntas que en más de una ocasión Doña Sofía se vio obligada a decirle: "Anda, rica ¡déjame un ratito en paz!"
Así se lo contaba la propia Reina a Pilar Urbano, para justificarse ante la insistente personalidad de su hermana pequeña: "Irene era un poco trasto y se pasaba el día imitando a los mayores. A mí me traía frita porque quería hacer todo lo que yo hiciera: vestirse como yo, ir a Salem como yo...". Una actitud que respondía más bien a una forma de reclamar atención, ya que por su puesto en la línea de sucesión en más de una ocasión se quedaba ligeramente apartada: "Por protocolo Irene siempre se quedaba atrás y había que volverse para rescatarla".
Pese a todo, la Princesa Irene siempre ha ocupado un puesto prioritario en la vida de su hermana mayor y de hecho no sólo ejercería de dama de honor en su boda con Don Juan Carlos, sino que también sería la encargada de ayudarla a organizar todos los preparativos. Algo que la Reina supo recompensar habilitándole una estancia privada en La Zarzuela y en la que la princesa griega reside desde 1968.
Gracias a esto último y a sus largas estancias entre Madrid y Mallorca (donde se disfruta de las vacaciones estivales alojada en Marivent), la Princesa Irene ha obtenido la nacionalidad española. Aunque en su caso se trata más bien de una ciudadana de mundo, ya que se pasa gran parte del año viajando a Grecia y a la India, un lugar al que está especialmente vinculada desde que recaló con su madre en Mandrás en los años 70. Allí descubriría la cultura hindú, quedaría fascinada por el budismo y formaría su personalidad.
Una personalidad muy peculiar teniendo en cuenta que se trata de alguien que es nieta, hija y hermana de reyes: se arregla ella misma el pelo, utiliza ropa cómoda y pasada de moda, no bebe alcohol, no fuma, es vegetariana, no ve la tele y prefiere el retiro espiritual antes que cualquier acto público. No en vano sus sobrinos se refieren a ella como "tía Pecu".
La relación entre los hermanos Grecia-Hannover a lo largo del tiempo
Los años pasan y ya poco queda de aquellos niños que jugaban en los jardines de Tatoi ajenos a cualquier problema. Lo que sí perdura es el estrecho vínculo fraternal entre los tres hijos de los Reyes Pablo y Federica de Grecia, quienes a pesar de vivir cada uno en un lugar distinto del mundo se ven con gran asiduidad.
Hubo un tiempo en el que los Reyes Constantino y Ana María de Grecia recalaban en España con toda su prole para disfrutar de las vacaciones de verano y de Navidad. De hecho, Felipe de Borbón y sus primos griegos son prácticamente de la misma edad y mantienen una estrecha relación de amistad. Pese a todo, las complicaciones surgidas en el matrimonio de Don Juan Carlos y Doña Sofía comenzaron a fracturar la situación y la familia política decidió hacerse a un lado. Lo cual no significa que la Reina perdiese a sus hermanos. Más bien todo lo contrario.
Como ya se ha dicho, la Princesa Irene vive en La Zarzuela y es la mejor amiga de su hermana: van juntas a conciertos, de compras a mercadillos, a celebraciones religiosas... Pero en el caso del depuesto Rey Constantino, su residencia oscila entre Londres y Grecia. Mientras vivía en la capital británica, Doña Sofía se dejaba ver por allí con mucha asiduidad y, aunque ahora a Grecia no viaja tanto como le gustaría, sí acude en cuanto su agenda se lo permite o su situación anímica lo necesita.
Las celebraciones familiares tienen un carácter obligado para los Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y Hannover, por lo que cualquier onomástica o aniversario cuenta con la presencia de todos ellos. Incluso cuando tensiones como la existente entre la Reina Letizia y Marie Chantal Miller o la "guerra fría" entre Felipe VI y la Infanta Cristina estaban en su punto álgido, las dos familias no han renunciado a reencontrarse. Doña Sofía necesita a sus hermanos y ellos a ella también. Todos estuvieron juntos hasta el final.