Las joyas de pasar
En la cena de gala, la Reina Letizia ha sacado la artillería pesada con las joyas. Con el joyero real a su disposición, la consorte de Felipe VI se ha colocado en la cabeza la más importante de las tiaras que guarda la Corona: la Flor de Lis. Símbolo de los Borbones y de la Monarquía Española, la Reina la utilizó por primera vez en 2017.
También ha llevado las pulseras gemelas, hechas con diamantes y que al igual que la Flor de Lis, pertenecen al joyero de la Familia Real por el gusto de Alfonso XIII por regalar alhajas a la Reina Victoria Eugenia, y el placer de ella por lucirlas y conservarlas.
El incómodo vestido de la Reina Letizia
En cuanto al vestido, la elección no ha sido tan acertada. Después de haber llevado un traje de estampado floral de Matilde Cano en la ceremonia de entronización, ha apostado por una de sus firmas favoritas: Carolina Herrera. Sin embargo, la elección no ha sido la más acertada, y no porque el traje sea más o menos bonito, que tampoco es de sus mejores looks, sino por lo incómodo que ha resultado para la consorte a tenor de lo que se ha visto.
Además de mojarse el bajo por la lluvia, se ha comprobado cómo la Reina tenía dificultades para moverse con este vestido. La falda de vuelo no le dejaba caminar bien, por lo que no paraba de mirar al suelo para no tropezarse. Además, se ha agarrado a Don Felipe lo que ha podido por si acaso.
Ha habido nuevamente encuentro con el Rey Carlos XVI Gustavo y la Princesa Victoria de Suecia, y ahí también se ha notado a Doña Letizia incómoda, lo mismo que al marcharse camino a su lugar en la cena de gala. Otro detalle del vestido es que recuerda al traje que la Infanta Elena llevó a la boda precisamente de Victoria y Daniel de Suecia en junio de 2010 en Estocolmo. El de Doña Letizia es un Carolina Herrera y el de la la Duquesa de Lugo, era un Caprile de inspiración goyesca. Son diferentes, sí, pero no hay duda de que tienen un aire.