"Letizia no estaba dispuesta a ser un florero dentro de la Familia Real. Tiene que encontrar una función, algo en lo que ser útil, reivindicó su propia agenda y su propio equipo que es independiente con otras actividades que las del Jefe del Estado". No fue fácil, pero lo consiguió. Todo empezó a cambiar el mismo día en el que Felipe VI subió al trono: "En la proclamación, salió del coche otra persona, con una seguridad y un aplomo que otras veces la habíamos visto más pendiente de todo. Ahí era 'Soy la Reina y por encima de mí, no hay nadie, mis suegros han pasado a otro nivel'. La subida al trono de Felipe VI fue un alivio a nivel institucional y a nivel familiar porque ella es la jefa de la casa". De todos modos, hay que matizar eso de jefa, porque Doña Letizia tiene claro que el Jefe del Estado es el Rey Felipe, y que ella es su consorte. Además, Carmen Duerto comenta que "es excesivo darle todo el mérito a la Reina Letizia de la salvadora de la Monarquía". Eso sí, también asegura que "Felipe y Letizia se complementan. Ella aporta el mundo real".
Por otro lado, no es que la Reina Letizia sea la persona más espontánea del mundo, al menos en público, pero sí es trasparente. Eso es lo que recuerda Carmen Duerto, que señala que mientras a la Reina Sofía "es como si nada le afectara, a Doña Letizia se le nota todo. Si algo le molesta, si ha tenido un problema con su marido el día anterior al día siguiente está rebotada y se le nota porque es humana y no se ha criado en ese aguante. Letizia te hace saber lo que le gusta y lo que no. Cuando a la Reina Letizia no le gusta lo que le preguntas te cambia la conversación. Cuando no quiere hablar de algo dice: 'hay que leer'. También tiene su estrategia para "evitar tener que hablar de ella misma". Lo que hace es preguntar todo el rato a la persona con la que está hablando, así al terminar la conversación la Reina no ha contado nada de ella misma.
El espejo en el que ya no quiere mirarse
Sobre la Reina Sofía, la autora reconoce que en un primer momento pudo haber buena relación, sobre todo porque Doña Sofía quiso ayudar y Doña Letizia aceptó y valoró la ayuda, pero los años han pasado y la Reina Letizia no tiene a su suegra como ejemplo a seguir. Puede que al principio la Reina Sofía fuera el espejo en el que se miraba Letizia, mientras que ha terminado siendo el reflejo que no quiere tener. "La Reina Letizia no quiere verse reflejada en la Reina Sofía, es otra generación, otra formación y otro carácter". Además, la Reina Sofía tiene una familia desestructurada, y evitarlo es una obsesión para la esposa de Felipe VI: "La obsesión de Letizia ha sido tener una familia feliz para que su familia no esté desestructurada", asegura Carmen Duerto.
Y entre tanto bueno... ¿hay algo malo?: "Lo peor que tiene Letizia es cuando sus virtudes, como el perfeccionismo, la pasión o la ambición se vuelven en contra, pueden ser virtudes cuando se llevan bien, pero cuando son muy extremas creo que habría que moderar. Gracias a esas virtudes ella ha tenido el coraje y el aguante para estar en una institución que era lo contrario a lo que ella llevaba cuando entró en la Familia Real. Le dio la fuerza para aguantar. Lady Di no lo tenía y no aguantó", reconoce Carmen Duerto, que lamenta que la Casa Real Española no quiera mostrarse cercana y hasta se moleste cuando se cuentan detalles de los Reyes que les hacen más cercanos: "La Familia Real Británica lo ha hecho muy bien a raíz de la muerte de Lady Di. Con Lady Di se dan cuenta del efecto que tiene ser la princesa del pueblo y lo que se les puede venir en contra si la princesa del pueblo obra en contra de la institución. Lo que hacen es cambiar completamente. ¿Quién ha visto a una reina como Isabel tirarse en paracaídas con James Bond o tomar el té con Paddington? Los ponemos de ejemplo porque aquí no pasa. Esas cosas calan en la gente y si los nuestros no lo hacen se están perdiendo una oportunidad de oro".