Aunque en la ceremonia en sí no hubo momento para interactuar mucho, los Reyes tuvieron la oportunidad de saludar al Rey de Suecia y a su Heredera en su hotel, donde charlaron antes de partir hacia el Palacio Imperial. En ese momento se pudo comprobar la buena sintonía sobre todo entre la Reina de España y Victoria de Suecia. Ambas charlaron animadamente, aunque fue Doña Letizia la que llevó el peso de la conversación y no dudó en preguntarle por su marido, Daniel de Suecia, que no estaba presente.
Cuando llegaron Guillermo Alejandro y Máxima, Doña Letizia fue cariñosa, aunque no tanto, quizás porque no hubo demasiado tiempo antes de tener que marcharse rumbo a la ceremonia de entronización. Quizás en privado hubo momentos de mayor intimidad, algo lógico teniendo en cuenta que los Reyes de España y los de Países Bajos son muy amigos. De hecho, Felipe VI, tímido y contenido como es, no dudó en saludar a Guillermo Alejandro de Holanda con un abrazo cariñoso que refleja su buen trato.
El plato fuerte de esa calidez de Doña Letizia llegó por la noche en la cena de gala. Después de un paseo un tanto complicado por lo incómodo que resultó el vestido elegido, los Reyes llegaron al besamanos con los Emperadores. El Monarca fue el primero que se acercó a saludar a Naruhito y a Masako de Japón, con los que departió animadamente durante unos instantes. Cuando llegó el momento del saludo de Doña Letizia, fue mucho más expresiva que Don Felipe con Naruhito, y sobre todo con Masako, a la que saludó no solo con besos, sino con un tierno abrazo que pilló un poco de sorpresa a la Emperatriz. ¿Quién dice que la Reina Letizia es fría y distante?