No corren buenos tiempos para la Reina Isabel. 2021 ha sido un año muy feliz por el nacimiento de cuatro bisnietos, pero muy triste por la muerte del Duque de Edimburgo, que se sumó a una serie de fallecimientos de otros parientes y amistades de la Monarca tanto en 2021 como en 2020. Supuso también su regreso absoluto a los actos oficiales presenciales ante la mejoría de la pandemia. Además, se preparaba para celebrar sus 70 años en el trono, fecha que alcanza el 2 de febrero de 2022, pero que festeja oficialmente en junio de 2022. Por contra, vivía con preocupación la demanda presentada por Virginia Giuffre contra el Príncipe Andrés.
Entre tantas alegrías y tantos problemas, disgustos y desgracias, la Reina Isabel ha tenido que dejar de creer que era tan invencible como parecía. Su salud le ha dado un susto y ha tenido que frenar. A regañadientes y con una enorme decepción, se ha visto obligada a cancelar un viaje oficial a Irlanda del Norte y su presencia en la cumbre del clima COP26 de Glasgow.
No ha sido a lo único a lo que ha tenido que renunciar. Como señala The Sun, ha tenido que dejar de montar a caballo. La Monarca tiene pasión absoluta por los caballos, lo que le ha llevado no solo a practicar con asiduidad la equitación, sino a ser una asidua a las carreras de caballos, donde sus equinos han participado con éxito. Sin embargo, lo de subirse a lomos de este animal ha tenido que acabarse, al menos por un tiempo.
A principios de septiembre de 2021, estando en Escocia, la Reina Isabel sufrió unas molestias que le llevaron a tener que dejar de montar a caballo. La Monarca está decidida a volver a hacer cuando se sienta mejor y los médicos consideren que ya es oportuno que monte de nuevo, si bien teniendo en cuenta que su energía no es la misma, quizás tenga que plantearse que la equitación ya no es para ella.
Época de cambios
No está siendo la mejor época para la Reina Isabel. Pasados los 95 años se sentía con plena energía para cumplir con numerosos compromisos telemáticos y presenciales, lo que incluía viajes nacionales que podían llegar a ser agotadores. No quiso faltar a recepciones o cumbres, y al final le ha acabado pasando factura. Se vio obligada a descansar más y a ser ingresada en el hospital, si bien su estado no era preocupante y pronto regresó a Windsor Castle.
De todos modos, se avecinan cambios. Se dice que no volverá a realizar compromisos en solitario para que en caso de cancelación, haya un miembro de la Familia Real Británica presente en el acto en cuestión, que se examinarán mucho más sus compromisos presenciales de cara a aceptar o a rechazar y la Reina estará más centrada en el trabajo de despacho, lo que nunca ha dejado de hacer. En un plano más personal ha tenido que dejar de realizar las largas caminatas que solía hacer con sus perros, al menos por un tiempo, y se le ha indicado que tiene que dejar de lado la ginebra y el martini, dos bebidas que solía degustar.