Sin embargo, esta pérdida no ha sido una más, ya que la Reina mantenía con este corgi una relación muy especial. Y es que, a sus casi 15 años, Willow era el último descendiente de Susan, la primera corgi que tuvo Isabel II y la cual le regaló su padre, el Rey Jorge VI, cuando cumplió 18 años. Por tanto, se trataba del último vínculo que la Reina guardaba con sus padres y sus años de juventud.
"La reina ha llorado la muerte de cada uno de sus corgis a lo largo de los años, pero la de Willow le ha afectado más que ninguna otra", explica el citado medio. El can padecía cáncer, y aunque la Reina lo estuvo paseando durante el fin de semana, el domingo su salud empeoró, con lo que Isabel II ordenó que lo sacrificaran para evitarle más sufrimiento. Willow ha sido enterrado, como el resto de corgis que han sido propiedad de la Reina, en un cementerio reservado para ellos en el castillo de Balmoral.
Una raza significativa
A lo largo de su reinado, Isabel II ha tenido más de 30 corgis, muchos de ellos emparentados con Susan. Actualmente tiene otro corgi llamado Whisper, al que adoptó el año pasado, y otros dos dorgis, Vulcan y Candy. Junto a ellos y Willow había posado en las fotografías oficiales por su 90 cumpleaños, y además Willow participó en el sketch de 2012 de James Bond que la Reina grabó para la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres. Sin duda, se trata de una importante pérdida que le costará superar.