La Reina Isabel se ha visto abatida por la pérdida de una de las mayores personas de su confianza. Se trata de Annette Wilkins, una de las empleadas de la Familia Real que trabajó durante 40 años en el Castillo de Windsor como criada y principal ama de llaves. Pero la relación entre ambas mujeres iba más allá que una puramente profesional.
Isabel II y Anette Wilkins se hicieron tan íntimas durante estos 40 años que la Reina le llegó a regalar uno de sus perros, Larch, y una casa de campo cercana a Windsor para estar más cerca de ella. Además, la nombró Teniente de la Orden Real Victoriana reconociéndole el gran trabajo que ha hecho durante las cuatro décadas que trabajó para la Familia Real.
Según ha informado Daily Mail, la Reina Isabel se estaría replanteando saltarse la normativa de delegar su representación en funerales de personas cercanas a la Familia Real para asistir ella misma al entierro de la que ha sido su confidente, ayudante y amiga y darle el último adiós.
"Era casi parte de la familia"
Pero no solo la Reina Isabel tiene buenas palabras para Annette Wilkins. Los empleados del castillo de Windsor y Frogmore House y compañeros de Annette aseguran que era muy detallista y perfeccionista. También han comentado que "la reina y toda la familia real la adoraba, era casi parte de la familia", ya que "dedicó su trabajo y dio su vida a la Familia Real".