Galería: Boda del Príncipe Carlos y Lady Di
Aquel lejano verano de 1981, el mundo entero (o casi) puso sus ojos en Londres para ver casarse al Heredero al Trono de Reino Unido, la Casa Real por excelencia, con una aristócrata joven, guapa, tímida y con cara de no haber roto un plato. No era el típico cuento de hadas del príncipe y la plebeya, pues Lady Diana Spencer era noble de cuna y estaba bien relacionada, pero desde el primer momento esta unión hizo correr ríos de tinta y fascinó a millones de personas alrededor del Globo.
Todo comenzó no mucho tiempo atrás. La Reina Isabel y el Duque de Edimburgo querían que su primogénito se casara para asegurar la continuidad de la Monarquía. Un Príncipe de Gales debe contraer matrimonio y tener hijos. Con Camilla Shand, (después Camilla Parker Bowles por su matrimonio con Andrew Parker Bowles), pululando por el ambiente, deseaban a una mujer joven, de buena familia, fácilmente maleable y que pudiera ser una buena mujer, madre y princesa. Y entonces llegó ella, Diana Spencer, una jovencita en el final de su adolescencia, perteneciente a una saga vinculada a la Familia Real y mucho más dócil que su hermana Sarah, que salió con el Príncipe Carlos y la cosa no acabó bien.
El 3 de febrero de 1981, Charles Windsor pidió matrimonio a Lady Diana Spencer en una cena romántica en el Palacio de Buckingham. Ella dijo sí, y el 24 de febrero de 1981, la pareja anunció que se darían el 'sí, quiero'. Para preparar la boda real hubo solo 5 meses, pero pese a la inmensa parafernalia que tuvo que tener para darle la máxima pompa, todo salió a la perfección.
El problema fue que ambos estaban lejos de ser una pareja de cuento de hadas como el mundo creyó aquel 29 de julio de 1981. En esta boda hubo muchos detalles destacables, pero nos quedamos con 5 de un enlace que marcó el principio de la desgracia de una mujer que moriría prematuramente para convertirse en un mito eterno.
1 Millones de personas pendientes de la boda del siglo
Ha habido muchas bodas de celebridades a lo largo del siglo XX, numerosas han sido las de la realeza, pero ninguna como la del Heredero al Trono de Reino Unido. El número de personas que siguieron el 'sí, quiero' fue desmedido. Los invitados fueron 3.500 entre familiares, amigos, autoridades, miembros de la realeza extranjera y otros convidados. 750 millones de almas siguieron la boda desde la televisión, mientras que unas 600.000 jalearon a los Windsor y a Lady Di en Londres, escenario de la boda.
Para proteger a la pareja, se formó un dispositivo de 4000 policías y 2200 oficiales militares, una cifra que asusta, pero que era necesaria a tenor de la cantidad de gente que se echó a las calles para celebrar el gran acontecimiento real de la centuria en Gran Bretaña.
2 Un carruaje histórico para llevar a la novia
La flamante novia llegó a la Catedral de Sant Paul de Londres desde Clarence House, donde pasó su última noche de soltera; entonces era la residencia de la Reina Madre, progenitora de la Reina Isabel II. La boda era a las 11:20 horas, y para cubrir el trayecto a tiempo sin perder boato, utilizó un coche de caballos hecho de vidrio que tenía una gran historia. Este carruaje de cristal fue realizado en 1910 y utilizado por el Rey Jorge V de Reino Unido para su coronación, acaecida el 22 de junio de 1911. Este Monarca era el abuelo de la Reina Isabel, y por tanto bisabuelo del novio.
La novia y el padrino, su padre, el Conde Spencer, fueron escoltados por cinco policías militares montados que velaron por la seguridad de ambos. Además de por tradición y ceremonial, se utilizó el carruaje debido a que el vestido de la novia no cabía con comodidad en un vehículo.
3 El vestido de novia, una inspiración
El secreto mejor guardado de una boda siempre es el vestido de novia. Para tal fin, la Casa Real Británica se puso en contacto con los diseñadores Elizabeth y David Emanuel, a quienes se encargó un traje que debía sentar como un guante a la jovencita y aniñada Lady Diana Spencer.
No era una empresa fácil, pero salta a la vista que el resultado fue todo un éxito. Los Emanuel bordaron a mano las 10000 perlas que componían un vestido de color marfil en tafetán de seda. El diseño era pomposo, llamativo y a la altura de quien se iba a convertir en la Princesa de Gales. Lo mejor de todo era la cola; la mayoría de las novias escogen un traje con cola, pero Lady Di quiso que se recordara, y por eso su largo era de 25 metros.
Para adornar su cabello, llevó una tiara floral de oro y diamantes llamada la Spencer Tiara procedente del joyero de su abuela paterna Lady Cynthia Hamilton, la Condesa de Spencer. En este caso, la procedencia aristocrática de la novia provocó que no hiciera falta recurrir al joyero real en busca de una tiara, como ha ocurrido con las plebeyas que se han casado con miembros de la realeza europea.
4 Una boda muy dulce
El ramo de Diana era precioso; estaba realizado en forma de cascada y contaba con orquídeas, gardenias, fresias y lirios del valle. Aguantó mucho, pero hubo truco, ya que había dos iguales, uno para la ceremonia y otro para las fotografías oficiales. Pero lo más llamativo no fue eso, sino la 'dulzura' del banquete que la Familia Real Británica ofreció a 120 invitados en el Palacio de Buckingham.
Y es que hubo nada más y nada menos que 27 fabulosos y deliciosos pasteles que hicieron las delicias de los más golosos. Por si fuera poco, la tarta principal del banquete, realizada por la escuela de cocina de la Marina Real, pesaba 100 kilos, medía más de un metro y medio de altura y contaba con nada más y nada menos que cinco pisos. Como ornamentación, contaba con una cascada de orquídeas blancas y lilas, las iniciales de los contrayentes, C y D, y el escudo de la Casa de Windsor, dinastía reinante en Reino Unido.
5 Un enlace rematado por una polémica luna de miel
Como manda la tradición, en el saludo de los recién casados a la población desde el balcón del londinense Palacio de Buckingham hubo beso. Parecía que había amor puro entre la pareja, pero lo que para Lady Di era fascinación e ilusión, para el Príncipe Carlos era prácticamente obligación. Los Príncipes de Gales se marcharon de luna de miel, el viaje más especial para una pareja; sin embargo, para ellos no fue un camino de rosas.
Carlos y Diana escogieron disfrutar de un crucero por el Mediterráneo a bordo del yate Britannia, el buque oficial de la Familia Real, escenario de otras lunas de miel de los Windsor. Por malas que fueran las travesías de los anteriores, esta fue peor. La pareja salió de Gibraltar, hecho que provocó que los Reyes Juan Carlos y Sofía de España cancelaran su presencia en la boda real como protesta por el desaire. Parecía que todo iba bien, pero no, las cosas empezaban mal.
Lady Di buscaba acercarse a su marido, pero él prefería realizar actividades que no necesitaran la presencia de la Princesa de Gales. Lo cierto es que mucha intimidad no había, pues junto a ellos surcaron las aguas del 'Mare Nostrum' 21 oficiales y 256 marineros. Por si fuera poco, Camilla Parker Bowles, desde la distancia, ya se interpuso entre ellos en plena luna de miel. Comenzaron los celos, la tensión, y se aguó un amor que nació muerto.