Cuando el Príncipe Eduardo iba a casarse con Sophie Rhys-Jones se anunció que l a Reina Isabel otorgaba a su hijo el título de Conde de Wessex (el de Conde de Forfar se le entregó en 2019 por su 55 cumpleaños), excluyendo así un ducado, como es costumbre cuando contrae matrimonio el hijo de un Rey o Reina de Reino Unido. Por deseo de la pareja, los hijos que tuvieran no serían príncipes ni tendrían tratamiento de Alteza Real, sino que ostentarían la misma dignidad que la de los vástagos de un Conde. Además, se reflejaba que la Reina Isabel, el Príncipe Felipe y el entonces Príncipe de Gales aceptaban que cuando llegara el momento, el Príncipe Eduardo sería Duque de Edimburgo.
Aquello fue en 1999. 22 años después moría el Duque de Edimburgo, la persona que habló con su hijo y su nuera para proponerles que fueran ellos los futuros Duque y Duquesa de Edimburgo y que continuaran su legado al frente del Premio Duque de Edimburgo. Ellos aceptaron. Tras el fallecimiento del consorte de la Reina Isabel el 9 de abril de 2021 a los 99 años, sus títulos heredables recayeron en su hijo Carlos. Se esperaría a la muerte de Isabel II para que se fusionaran con la Corona, y ya después realizar una nueva creación para que el Príncipe Eduardo fuera también Duque de Edimburgo. Sin embargo, el ya Carlos III pretende faltar a su palabra.
El Monarca, cuyo reinado comenzó el 8 de septiembre de 2022 al morir la Reina Isabel II, busca una Monarquía lo más pequeña posible y no desea que los títulos se vayan por líneas colaterales. Así, que el Príncipe Eduardo tenga un heredero, James Mountbatten-Windsor, implica que un ducado tan vinculado a la Corona se vaya a través de una rama colateral. Esta explicación no convence a nadie. El Rey Carlos III traicionaba a su hermano y a la memoria y deseo de su padre, de su madre, y de su propia palabra.
Sin embargo este asunto ha dado un giro al saberse a través de Daily Mail que la idea del Rey Carlos no es quedarse el Ducado de Edimburgo y no hacer uso de él, sino otorgárselo a otro miembro de la Familia Real Británica llamado a servir a la Corona y que no está tan alejado de la línea sucesoria. Se trata de la Princesa Charlotte, segunda hija de los Príncipes de Gales y segunda nieta de Carlos III, que en el momento de la subida al trono de su abuelo ostentaba el tercer lugar en la línea de sucesión al trono después de su padre y de su hermano George.
Los motivos de este planteamiento son, para empezar, que la Princesa Charlotte está efectivamente cerca en la línea sucesoria, mientras que para llegar a los Wessex hay que pasar por los Gales, los Sussex y los York. Busca así Carlos III que el Ducado de Edimburgo, que llevó su padre durante más de 73 años, el consorte más longevo y con más años de servicio, honre a la línea sucesoria.
Pero hay más. Se trataría de un homenaje ya no solo al propio Príncipe Felipe, sino a la Reina Isabel, que como esposa de Philip fue Duquesa de Edimburgo desde su boda, el 20 de noviembre de 1947, hasta que con su subida al trono el 6 de febrero de 1952 dejó de ser llamada como Duquesa consorte de Edimburgo. De hecho, en esos 4 años eran conocidos como los Edimburgo.
A esto se une que la Princesa Charlotte fue la primera mujer en la historia de la Familia Real Británica en no ser adelantada por su hermano al haberse cambiado en 2013 las reglas sucesorias para establecer la primogenitura absoluta. Si bien no tuvo efectos retroactivos, se aplicó para todos los nacidos después del 20 de octubre de 2011. Así, al venir al mundo el 23 de abril de 2018 el Príncipe Louis, no adelantó a su hermana Charlotte en la línea sucesoria.
Desde 2013, los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos a la hora de la sucesión, si bien no ocurre lo mismo con los títulos. A la hija mayor del Monarca se le suele entregar, cuando está disponible, la dignidad honorífica de Princess Royal, que Isabel II otorgó a la Princesa Ana en 1987. Para que lo recibiera la Princesa Charlotte antes tiene que morir su tía abuela. Sin embargo, sí le puede entregar el título de Duquesa de Edimburgo, si bien la costumbre es que los ducados reales y condados se entreguen a los maridos y las esposas los disfruten como consortes. En el caso de que los royals con un ducado o condado tengan hijos varones, el título se transmite.
Cuarta creación y un legado que continúa
De todos modos, no se sabe cuándo se entregaría el ducado a la Princesa Charlotte, cuyo futuro cónyuge, si lo tiene, sería Duque de Edimburgo consorte, pero lo reciba el que lo reciba, sería una cuarta creación. La primera fue obra de Jorge I en 1726 para su nieto, el Príncipe Federico, pasando de generación en generación hasta su tataranieto, Guillermo Federico de Hannover, que murió en 1834 sin descendencia. La siguiente creación fue para el Príncipe Alfredo, que lo recibió en 1866 de su madre, la Reina Victoria. Sin embargo, esta rama familiar heredó el Ducado de Sajonia-Coburgo y Gotha. La tercera creación fue en 1947 por parte de Jorge VI para su yerno, el Duque de Edimburgo, sucedido el 9 de abril de 2021 por su hijo Carlos.
Pase lo que pase con el Ducado de Edimburgo, se espera que siga siendo el Conde de Wessex el encargado de todo lo relacionado con el Premio Duque de Edimburgo creado por su padre en 1956. El Príncipe Eduardo fue Presidente de su Consejo Internacional durante 17 años y, desde 2015, ha ostentado el cargo de Presidente de los fideicomisarios de la Fundación del Premio Internacional del Duque de Edimburgo, conocido como DofE. Tanto él como su esposa Sophie y sus hijos están implicados en preservar el legado del Príncipe Felipe, si bien la Princesa Charlotte podrían continuar su labor cuando sea adulta.