Con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía tiene mucho en común, aunque la relación no es tan fluida como le gustaría, por lo que se queda siempre con los que le dan cariño de forma incondicional: sus nietos Urdangarin. Pero además Juan le necesita más por todo lo que ha sufrido, y se siente más cerca de él, y por otro lado, le hace sentir orgullosa por cómo es y lo que hace.
Como señala La Razón, Juan Urdangarin viajó hace unos días a Battambang (Camboya) para colaborar con El Sauce, la fundación del jesuíta Kike Figaredo Alvargonzález, que desempeña las labores de Prefecto Apostólico de Battambang y presidente de Cáritas Camboya. El hijo de la Infanta Cristina fue visto en The lonely tree café, un proyecto solidario del jesuíta, que está especialmente volcado en ayudar a jóvenes que han sufrido amputaciones por las minas antipersona, una lacra todavía no erradicada en Camboya, donde hay zonas que todavía permanecen minadas.
Tensión por Iñaki Urdangarin
Toda la familia se siente orgullosa de él, sobre todo porque no es un acto concreto, sino que lo ha hecho más veces. En 2016 participó en la instalación de hornos de biogás en Vietnam junto a sus compañeros de la École Internacionale de Ginebra. En contraste, su padre se prepara para lo que le espera. El próximo 21 de marzo se celebrará una vista pública en la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en la que la defensa de Urdangarin pedirá su absolución, mientras la Fiscalía quiere que se eleve su pena.