Poco después del Baile de la Rosa, los Príncipes Alberto y Charlene de Mónaco pusieron rumbo al norte de Noruega, donde cambiaron los trajes de gala por ropa de abrigar para mitigar el intenso frío de Kautokeino. Los Príncipes fueron recibidos por el alcalde, Kenneth Erlan, y por el director del centro internacional de pastoreo de renos, Anders Oskal, quienes atavidados con los trajes típicos les dieron una grata bienvenida.
Carolina de Mónaco y Carlota Casiraghi brillan en el Baile de la Rosa
Antes de tomar un vuelo rumbo a Laponia se celebró en el Principado de Mónaco el tradicional Baile de la Rosa; sin embargo, este era especial para Charlene, que volvió a deslumbrar con su belleza y discreción a su llegada al Sporting Club de Monte-Carlo bajo la atenta mirada de los presentes, ya que este era el primer Baile de la Rosa al que acudió como Princesa.
Para la ocasión, Charlene eligió un vestido negro con un escote palabra de honor dorado, con quien se le vio feliz del brazo del Príncipe Alberto, junto al que abrió el tradicional baile. En los mismos tonos acudió Carolina de Mónaco de negro y dorado, que ha demostrado ser un gran apoyo para la esposa de su hermano, a quien cedió el papel de Primera Dama tras la boda de Alberto y Charlene. Y como una princesa más estuvo Carlota Casiraghi, la joven más bella de la realeza europea, que estaba preciosa con un vestido de gasa en azul celeste y posó orgullosa al lado del Soberano Monegasco.
El glamour convivió esa noche con la solidaridad; el precio del cubierto para cada uno de los asistentes era de 750 euros, y en total se lograron recaudar 350.000 euros destinados a la Fundación Princesa Grace de Mónaco en una gala en la que los grandes ausentes fueron la Princesa Estefanía y sus hijos, así como Andrea y Pierre Casiraghi.