Los Duques de Cambridge se encuentran en plena visita oficial. La pareja real ha sido enviada en representación de la Reina Isabel primero a Polonia y después a Alemania, donde han aterrizado este miércoles 19 de julio tras haber pasado la primera parte de su estancia en Polonia.
El Príncipe Jorge y la Princesa Carlota les ha acompañado en este desplazamiento, aunque solo se dejaron ver a su llegada al aeropuerto de Varsovia; después se han quedado a cargo de su niñera, la española María Teresa Turrión Borrallo. Mientras, el Príncipe Guillermo y Kate Middleton cumplieron con una intensa agenda que comenzó en la capital polaca.
En la recta final de este desplazamiento oficial, los Duques de Cambridge viajaron al campo de concentración de Stutthof, cerca de Gdansk, donde conocieron a uno de los supervivientes, Manfred Goldberg, y pasearon por este lugar. Después conocieron Gdansk, donde muy dispuestos, probaron un licor local.
Antes de su partida, depositaron flores ante el monumento a las víctimas de la represión comunista que mató a 42 personas en 1970. Finalmente, conocieron el Gdansk Shakespeare Theatre y se hicieron una foto con los artistas.
Despedida y bienvenida
Todo viaje llega a su fin, y la estancia en Polonia de los Cambridge se acabó el miércoles 19 de julio. Ese día, los cuatro miembros de la Familia Real Británica tomaron un avión para llegar a Berlín, primera parada de su la segunda parte de su desplazamiento: Alemania.
Tanto en la despedida polaca, como en la bienvenida alemana, las caras de los niños fueron un poema, eso sí, el que se llevó la palma fue el Príncipe Jorge, que mostró lo cansado que estaba, el sueño que tenía y sus pocas ganas de estar allí. Seguramente preferiría estar durmiendo o jugando, pero así ha aprendido desde bien pequeño que el deber es el deber, y que está por encima del querer.
Un poco más dispuesta se encontraba la dulce Princesa Carlota, que aunque es un terremoto igual que su hermano mayor, estaba más receptiva. Tuvo algún arrebato contenido por su madre, que estuvo pendiente de ella en todo momento, pero se portó bastante bien.
A su llegada a Alemania demostró ser toda una princesita. No saludó como cuando aterrizó en Polonia, pero dio toda una lección de comportamiento y se quedó encantada con el ramito de flores con el que fue obsequiada al bajar del avión.