La Casa Real Británica vive sus momentos más bajos con todo lo que les rodea. Desde que Kate Middleton fuera intervenida en el mes de enero, todo ha sido una sucesión de acontecimientos delicados que han hecho que las polémicas se disparen por completo, así como la preocupación por las circunstancias. El Príncipe Guillermo y la Reina Camilla han tenido que hacerse cargo de todo lo público, pues el Rey Carlos III también está en horas bajas.
El monarca fue diagnosticado con un cáncer del que se desconoce su procedencia, pues lo que se dijo sobre su intervención era que le habían detectado algo benigno en la próstata. Ahora, se encuentra tratándose de esta enfermedad por lo que, aunque acude a algunos actos, no puede retomar su agenda de manera corriente. A todo esto hay que sumarle la terrible pérdida de Thomas Kingston, marido de Lady Gabriella de Windsor, prima de Guillermo de Inglaterra.
Su cuerpo fue encontrado sin vida la casa de sus padres en Cotswold y se determinó que la causa del fallecimiento se debía a "una lesión en la cabeza", comunicando que se encontró un arma de fuego próxima al fallecido. Pues bien, en medio de todo esto y de rumores de todos los tipos en torno a este fallecimiento, que lo relacionan con la desaparición de Kate Middleton, el Príncipe Guillermo ha tenido que dar la cara una vez más.
En solitario y apoyando a la familia
El Príncipe Guillermo ha acudido en solitario al funeral que se ha celebrado en memoria de Thomas Kingston, en medio de toda la tormenta mediática que pesa sobre la Casa Real Británica. El cortejo fúnebre comenzó en el Palacio de Kensington y terminó en el patio de embajadores del Palacio St James, en Londres. Hasta el lugar se desplazaron 140 personas pero Guillermo de Inglaterra fue la única representación de la Casa Real.
Lady Gabriella de Windsor estuvo arropada por sus padres, el Príncipe y la Princesa Michael de Kent, así como sus tíos, el Duque de Kent y Alexandra de Kent. El servicio estuvo dirigido por el reverendo Paul Wright y el también reverendo Richard Chartres y duró una hora. No cabe la menor duda de que tuvo que ser un momento tremendamente doloroso al ser una pérdida tan repentina.