Galería: Funeral del Duque de Edimburgo
La muerte del Duque de Edimburgo no solo ha traído consigo el reparto de su herencia económica, sino también de su título, ostentado por el Príncipe Felipe desde que se casó con la Reina Isabel II hasta el mismo día de su muerte. Al parecer el heredero de este título iba a ser el Príncipe Eduardo, su hijo pequeño, pero todo apunta a que el Príncipe Carlos no quiere su hermano pequeño lo ostente, algo de lo que se han hecho eco varios medios británicos.
Una fuente de Buckingham dice al respecto: "El Príncipe Carlos es ahora el Duque de Edimburgo tal y como se mantiene, y depende de él lo que suceda con el título. El título no irá a Eduardo", afirmaba la fuente a Sunday Times. Y esta noticia ha sido inesperada porque a pesar de que ahora el título lo tenga el hijo mayor del Duque de Edimburgo, se esperaba que fuera destinado al Conde de Wessex.
El Rey Jorge VI otorgaba a su yerno el Ducado de Edimburgo justo el día de la boda con su hija. En la Patente de Cartas emitida cuando el monarca le dio el título al entonces Príncipe Felipe se reflejaba que, cuando muriera, pasaría a su heredero inmediato, es decir, al Príncipe Carlos, y es justo lo que ha ocurrido. Pero en 1999, cuando se casó con la Condesa de Wessex, se decidió que el Ducado de Edimburgo sería para el Príncipe Eduardo, el menor de los cuatro hijos del matrimonio. La intención de esta decisión era conservar el título ya que, con el Príncipe Carlos en el trono, se fusionaría con la Corona y dejaría otra vez de existir, como ya había pasado en ocasiones anteriores.
De momento no se sabe qué ocurrirá, pero en vista de la opinión del Príncipe Carlos todo parece indicar a que no se cumplirá una de las voluntades de su padre que hizo saber en 1999. Eso sí, aunque el hijo mayor de la Reina ahora posea el título de Duque de Edimburgo, prefiere no hacer uso del mismo porque no lo considera adecuado.
Es cuestión de aminorar costes
La opinión del Príncipe Carlos tiene una explicación y es que su intención cuando asuma el trono es reducir el número de miembros de la Familia Real, algo que ya ha hecho el Rey Felipe en España. Una idea que él tiene en mente para, sobre todo, reducir gasto público y, con ello, exponerse menos a las críticas por parte de los soberanos.