El Príncipe Carlos ha amasado una increíble fortuna con el paso de los años y todo por la existencia de una ley arcaica en el ducado de Cornualles por la que se convierte automáticamente en el beneficiario de los residentes de dicho lugar que mueren sin herederos, dinero que en el resto del país va directamente al Tesoro Público. Esta ley fue establecida hace siglos y gracias a ella ha conseguido ganar más de dos millones de libras, contabilizando solo en los seis últimos ejercicios financieros 1.349.000 libras, es decir, casi un millón y medio de euros gracias a bienes que se quedan sin propietarios y no se reclaman.
Y no solo eso, sino que lo mismo ocurre con los activos restantes de una empresa registrada en Cornualles que sea disuelta, dinero que va a parar directamente a sus arcas. Y hay otra cosa que choca más aún, porque el Príncipe Carlos también tiene derecho a todos los bienes que se rescaten de los naufragios que tuvieran lugar en las costas de Cornualles, y aunque es muy difícil que algo así suceda, sorprende que una ley así siga vigente.
Aunque hay un matiz importante a resaltar, porque los bienes que no tienen heredero o todo aquello que proceda a un naufragio no va directamente a su bolsillo, sino que va a parar a una reserva en caso de que haya una reclamación en el futuro, aunque solo una parte, porque otra se destina al fondo benéfico del Príncipe Carlos.
Cabe resaltar que en los últimos años, más de 850.000 libras se dedicaron a diferentes causas locales, por lo que a falta de herederos, seguro que esta es la mejor manera de emplear un dinero que ya no tenía dueño y que pasa directamente a él.
En cuanto a la increíble fortuna que posee el Príncipe Carlos, la revista Vanitatis también reveló todo el dinero que genera su ducado durante un año. Todo lo que hay en la zona, que abarca unos 23 condados de Inglaterra y Gales, le produce unas ganancias que aportan buena parte de los 100 millones de libras en los que está valorada la hucha del hijo mayor de la Reina Isabel, una fortuna que ha conseguido también gracias a su asignación anual, a los beneficios que generan las diferentes fincas que tiene por todo el país y a dos normas ancestrales que siguen hoy vigentes.