En primer lugar ha querido agradecer a sus suegros "la calidez" con la que la recibieron cuando entró a formar parte de la Familia Imperial de Japón en 1993 tras su boda con el Príncipe Heredero Naruhito y desea que "puedan dejar atrás su ajetreada vida y disfrutar de días tranquilos". Y es que el Emperador Akihito anunció que abdicaría el 30 de abril de 2019 debido a su avanzada edad y los problemas de salud que aqueja.
Cuando ese acontecimiento histórico se produzca, la exdiplomática se convertirá en Emperatriz consorte y aunque asegura tener "emociones profundas puestas en el futuro" reconoce también sentirse insegura sobre el papel que podrá desempeñar. En cualquier caso reitera de manera rotunda: "Me esforzaré por dar lo mejor de mí para pode contribuir a la felicidad de los demás".
A pesar de todo esto, lo más destacado sin duda del texto es el reconocimiento explícito de los problemas que arrastra desde hace años, de los cuales afirma estar mejorando progresivamente: "Estoy feliz porque ahora puedo realizar más tareas oficiales que antes, poco a poco". A la hora de conciliar su recuperación con su labor institucional, la Princesa Masako advierte: "Me gustaría continuar los esfuerzos para mejorar mi salud y dedicarme a tareas públicas tanto como pueda".
"Todavía hay altibajos"
Si ya de por sí es inusual un comunicado oficial por parte de la esposa del Príncipe Naruhito, más extraño todavía resulta que ese mismo día sus médicos difundiesen un comunicado sobre su estado de salud. En él se pone por fin, tras años de rumores, un nombre concreto a la dolencia de la Princesa: "un trastorno de adaptación causado por el estrés".
A lo largo del texto, los sanitarios corroboran la mejoría de Masako pero aseguran que "todavía está en el camino de la recuperación y hay altibajos". Recomiendan no someterla a demasiada presión para que así pueda continuar de manera satisfactoria con su tratamiento.