Galería: La Reina Sofía, una vida en imágenes
Es un hecho de sobra conocido que el árbol genealógico de la Reina Sofía es uno de los más complejos de la realeza europea, puesto que está emparentada con prácticamente todas las dinastías del viejo continente: Inglaterra, Dinamarca, Noruega, Yugoslavia, Rumanía... Sin embargo, pese a tener una familia tan extensa, solo hay uno de sus parientes (aparte de la Princesa Irene de Grecia) que reside, al igual que ella, en España. ¿De quién se trata?
Heredera de un antiguo Imperio
La protagonista de esta historia es Su Alteza Real la Princesa María Luisa de Prusia, conocida tanto por estar casada con uno de los impulsores del famoso Hotel Marbella Club como por ser prima en tercer grado de la Reina Sofía. Aunque más allá de ambos datos, si hay algo que a ella le llena de orgullo y que todas sus biografías destacan es el hecho de ser bisnieta del Káiser Guillermo II de Prusia : el último emperador alemán antes de la proclamación de la República de Weimar en 1918.
El padre de la Princesa María Luisa era el Príncipe Guillermo Víctor de Prusia, nieto del Káiser y primo-hermano de la Reina Federica de Grecia (madre de Doña Sofía). Se casó en 1944 con la Condesa María Antonia de Hoyos, cuyos orígenes familiares se situaban en Burgos y datan del reinado de Carlos I. La pareja tuvo dos hijos (la Princesa María Luisa y el Príncipe Adalberto) y nada hacía presagiar entonces que la Dinastía Hohenzollern acabaría por establecer un vínculo tan fuerte con España.
Primero fue la Reina Sofía casándose en 1962 con Don Juan Carlos de Borbón y luego su prima, la Princesa María Luisa, al casarse con el Conde Rudi en 1971 y establecerse en Marbella. La relación entre ellas siempre ha sido muy buena, como la propia Princesa de Prusia confirma: " Nos tenemos mucho cariño ". Además, la Reina es madrina de la hija de su prima, llamada precisamente como ella. Aunque lo cierto es que no se ven tanto como les gustaría: " Tras la abdicación se ha descargado un poco su agenda y ambas confiamos en poder vernos más ".
Un amor que culmina en Marbella
Por el hecho de haber nacido en el seno de una Familia Real y conocer de primera mano los privilegios y las obligaciones del cargo, la Princesa María Luisa tuvo muy claro desde el primer momento que esa vida no iba para nada con ella: " Ni por millones de euros querría ser reina ¡Qué vida! Cada día y cada hora están programados. Implica no tener un segundo para ti".
Es por ello por lo que, siendo todavía muy joven, decidió coger la maleta y abandonar el castillo familiar. Su destino era Somalia, donde comenzó a ejercer de enfermera infantil y, de forma casual, conoció al gran amor de su vida: el Conde Rudolf von Schönburg-Glauchau, conocido comúnmente como Conde Rudi.
El hermano del aristócrata la contrató como niñera de su hijo y, en una de las visitas que el Conde Rudi realizó a la residencia familiar, se vio obligada a cederle la única habitación de invitados donde hasta ese momento ella se había alojado. "Yo estaba bastante furiosa con Rudi porque me gustaba mucho Somalia, el trabajo allí y quería quedarme más tiempo. Nos encontramos en el aeropuerto y únicamente nos saludamos".
Ese enfado inicial acabó derivando en un cortejo por parte del Conde, quien se quedó totalmente prendado de ella. Fue tal su insistencia que el final la Princesa acabó rindiéndose y se casaron en 1971 en el Castillo de los Fürstenberg, con quienes ambos estaban emparentados. Eso sí, pese al origen centroeuropeo del matrimonio, el destino les tenía deparado un futuro en un lugar mucho más cálido: Marbella.
Allí era donde el Príncipe Alfonso de Hohenlohe y el Conde Rudi habían fundado en 1954 el Hotel Marbella Club, uno de los principales atractivos turísticos de la Costa del Sol y lugar de reunión de la flor y nata de la alta sociedad: la nobleza europea, los grandes empresarios, las estrellas de Hollywood... Todo el que era alguien recalaba allí. Rudolf von Schönborg era el gerente del hotel y, gracias a su labor, hoy en día Marbella es lo que es.
Una trayectoria marcada por la solidaridad
La llegada a España de la Princesa María Luisa coincidió con la época en la que la jet-set campaba a sus anchas por Marbella y las fiestas eran el día a día de personajes como Gunilla von Bismarck, Jaime de Mora y Aragón o los Thyssen. Pero, contrariamente a lo que se podría esperar, esa no era la vida que la princesa prusiana buscaba: " Yo no podría vivir dedicándome solo a jugar al golf, ir de cóctel en cóctel o pasarme todo el verano debajo de una palmera. Esa no es mi vida. Mi vida es ayudar".
Con esa premisa, decidió involucrarse en la apertura de la delegación de UNICEF en Marbella y con el tiempo llegó a presidirla. Fueron 20 años los que estuvo al frente de esta organización, hasta que en 1994 un nuevo horizonte se presentó ante ella: " En aquellos años nadie se atrevía a hablar del SIDA. Había rechazo hacia los afectados por esta enfermedad. Una sanitaria me pidió ayuda y creí que era mi obligación abrir los ojos de los demás hacia este gran problema e intentar cambiar la mente de aquellos que no la padecen".
Fue así como surgió el proyecto más personal de la Princesa María Luisa de Prusia: la creación de la Asociación Concordia Antisida para cubrir las necesidades de las personas afectadas por el VIH/SIDA, realizar campañas de concienciación y recaudar fondos para la investigación científica. Aunque sin duda uno de los objetivos más importantes es romper con el tabú de que es una enfermedad que solo afecta a drogadictos u homosexuales. Para todos, la Princesa tiene su particular consejo: " Yo propongo siempre la abstinencia. Y si alguien quiere pecar, que use el preservativo ".
Desde hace más de 20 años esta asociación se ha dedicado a organizar dos galas anuales (una en verano y otra en invierno) para lograr fondos, editar su propia revista divulgativa, dar charlas en colegios e institutos, suministrar las pruebas de detección y, en definitiva, ofrecer ayuda en el tratamiento de la enfermedad. Pero su gran logro fue la apertura en 1997 de su Centro de Día en la localidad de San Pedro de Alcántara tras muchos años de lucha. "Nos han echado de algunos sitios y hemos tenido manifestación tras manifestación contra nosotros. Incluso nos tiraban piedras", ha afirmado en entrevistas la Princesa María Luisa al abordar la falta de apoyo a la causa.
Durante años la administración se ha mantenido al margen, pero en 2015 la Asociación Concordia vivió su mayor hito con la visita de la Reina Sofía a su Centro de Día. Se trató de una visita privada y en la que jugó un papel muy importante el vínculo familiar que une a la madre de Felipe VI con la presidenta de la organización. Esta última describió así el momento: "Pasamos el día visitando a los enfermos del centro. Le besaban las manos, la abrazaban y no se separaban de ella. La Reina, emocionada, no paraba de llorar con ellos. Fue muy emocionante para todos".
La prima de la Reina sigue al pie del cañón, incansable y comprometida con la causa como el primer día. Pero el paso del tiempo ya empieza a notarse y lleva años reclamando una mayor involucración de las autoridades y organismos estatales en la lucha contra el SIDA. Sus esfuerzos ahora se concentran en que su legado perdure cuando ella ya no esté, pero difícilmente podrá encontrarse sustitución a un personaje como Su Alteza Real, venida de la fría Alemania para traer su ejemplo de vida a la cálida Marbella.