Nacida el 21 de agosto de 1930, Margarita Rosa Windsor era la segunda hija del Príncipe Alberto de York y de su esposa, Isabel Bowes-Lyon. Por aquel entonces su hermana mayor Isabel ya tenía 4 años, pero eso no impidió que ambas recibieran una educación prácticamente paralela. No obstante, desde el principio quedó claro que las dos hermanas eran muy diferentes en cuanto a su forma de ser. Su propio padre lo reconocía: "Isabel es mi orgullo y Margarita mi alegría".
La eterna segundona
Las diferencias se acentuaron cuando el Príncipe Alberto se convirtió en Rey con el nombre de Jorge VI en 1936. A partir de ese mismo instante la Princesa Isabel se convirtió en heredera al trono y las cosas cambiarían para siempre. Margarita comenzó a sentirse desplazada y desarrolló una actitud de rebeldía que se materializaba en su desinterés por cualquier obligación y en el desprecio hacia el personal del servicio. A sus 6 años ella no entendía por qué todos se volcaban con su hermana y no con ella, pero aún así se justificaba: " Yo no tengo que ser tan seria y responsable como Lilibet. Puedo ser todo lo desagradable que quiera ".
Pese a todo, las dos hijas de los Reyes estaban muy unidas. Al fin y al cabo, sólo se tenían la una a la otra: eran al mismo tiempo hermanas, mejores amigas y compañeras de juegos. De hecho, Isabel adoraba la gracia natural de su hermana pequeña (una cualidad que ella nunca conseguiría desarrollar): " Todo es más fácil cuando Margarita está presente. Todos se ríen de lo que dice ".
La Segunda Guerra Mundial no hizo más que incrementar esta unión, ya que ambas fueron trasladadas por seguridad al Castillo de Windsor y allí permanecieron casi los seis años de conflicto. Sin embargo, su papel durante esos años fue muy distinto: mientras que la Princesa Isabel se enroló al Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres y fue mecánica de vehículos de combate, la Princesa Margarita se limitó a cantar y tocar el piano. Una actitud que sin duda fomentó el Rey Jorge VI, quien durante toda su vida mimó a su hija pequeña para compensar su puesto secundario en la familia.
Peter Townsend: de la ilusión adolescente al escándalo institucional
El primer gran acto público de la Princesa Margarita tendría que esperar hasta el año 1947, cuando la Familia Real se embarcó en un viaje oficial de varios meses por el continente africano. Junto a los Reyes y sus hijas viajaba el coronel Peter Townsend, asistente personal del monarca desde hacía varios años. Su presencia era constante en la vida diaria de las princesas, pero a raíz de este viaje surgió un vínculo muy especial entre él y Margarita.
La hija menor del Rey tenía por aquel entonces 17 años, pero eso no impidió que iniciase un romance con Townsend, de 33 años, casado y con dos hijos. Lógicamente intentaron mantener su relación en secreto, pero todo cambió cuando Jorge VI falleció en 1952. Fue a partir de ese momento cuando el romance se intensificó hasta el punto de que Townsend se divorció de su esposa y le pidió matrimonio a Margarita.
El asunto ya no se pudo ocultar más y fue conocido por la opinión pública de todo el mundo. La Corona vivió entonces una crisis sin precedentes cuya resolución estaba únicamente en la nueva Reina Isabel II, encargada de dar la autorización a la pareja para poder casarse. La joven recién coronada se vio obligada a elegir entre hacer feliz a su hermana o cumplir su deber como soberana. Como era de esperar, su sentido de la responsabilidad pesó más que sus sentimientos.
Con la ayuda del primer ministro Winston Churchill, la Reina consiguió que Townsend fuese apartado de sus funciones y enviado a la embajada de Bruselas con un nuevo puesto de trabajo. Lo que se buscaba con ello era hacer tiempo hasta que la Princesa Margarita cumpliese los 25 años: edad a la que ya no necesitaría el permiso de su hermana para poder casarse.
La distancia no hizo más que incrementar el amor de la pareja, por lo que una vez cumplidos los 25 años Margarita volvió a exponerle sus intenciones a la Reina. Ésta se mantuvo en su negativa y amenazó a su hermana con que si realmente quería casarse debería hacerlo en un país extranjero. Además, si lo hacía perdería su título, su asignación anual y dejaría de formar parte de la Familia Real.
El 31 de octubre de 1955 Margarita anunció su decisión definitiva a través de un comunicado difundido por la BBC. En él daba a conocer que finalmente no se casaría con Peter Townsend debido a "las enseñanzas de la Iglesia en cuanto a la indisolubilidad del matrimonio" y a sus "deberes para con la Commonwealth". De este modo la hermana de la Reina renunciaba al gran amor de su vida y asumía que a partir de ese momento todos sus actos estarían guiados por la tradicional senda de la monarquía británica. O no.
Tony Armstrong-Jones: una historia de pasión e infidelidades
Un par de años después de esta ruptura que la había dejado durante días en la cama a base de sedantes, la Princesa Margarita coincidió en una fiesta con uno de los fotógrafos de sociedad más afamados del momento : Anthony Armstrong-Jones. A pesar de lo clasista que era la Princesa, ambos congeniaron.
En realidad, los dos eran muy parecidos, tal y como reconoce Kitty Kelley en su libro 'Los Windsor' (1997): " Ambos eran inteligentes, agudos, mordaces y rebeldes (...) Él estaba ansioso por escapar de las imposiciones de su clase social y ella disfrutaba burlándose de las convenciones sociales ". Con este telón de fondo los dos jóvenes iniciaron una relación basada en encuentros a escondidas y en los que daban rienda suelta a su pasión y a unas filias sexuales un tanto peculiares: se intercambiaban la ropa porque a Tony le gustaba vestirse de mujer y a Margarita le divertía que lo hiciese.
Las clases políticas y el sector monárquico tuvieron conocimiento de esto y empezaron a poner en duda la sexualidad del fotógrafo. Esto, unido al hecho de que fuese plebeyo e hijo de padres divorciados no contribuían a mejorar su imagen. Aún así, la pareja obtuvo el visto bueno de Isabel II (a regañadientes) para poder contraer matrimonio. Incluso decidió concederle a su futuro cuñado dos títulos nobiliarios: el Condado de Snowdon y el Vizcondado de Linley.
La boda se celebró el 16 de mayo de 1960 y se convirtió en el acontecimiento social del año: 2.000 invitados, 3 millones de telespectadores, más de 100.000 personas agolpadas en las calles... El enlace fue considerado además la primera "boda real moderna" porque a ella acudieron actores, bailarines, escritores, cantantes... Algo que nunca se había visto en la Abadía de Westminster.
La pareja tuvo dos hijos - David (1960) y Sarah (1964) - durante los primeros años de matrimonio, pero la felicidad inicial rápidamente dio paso a una relación tóxica llena de amor y odio a partes iguales. Algo que según una amiga se debía a que "los dos querían ser estrellas y acabaron por chocar".
Comenzaron a hacer vidas separadas - ella en su casa de Mustique y él en su residencia en Sussex - con amantes por ambas partes y en un ambiente lleno de tabaco y alcohol. De hecho, la Princesa Margarita necesitaba tomar somníferos y acabó acudiendo a un psiquiatra. Una situación sin duda insostenible a la que el Conde Snowdon quería poner fin de una vez por todas.
Después de que la Princesa le negase el divorcio porque " no lo veía necesario ", Tony se vio obligado a acudir a la Reina Isabel II. El 18 de diciembre de 1967 se celebró una reunión en el Palacio de Buckingham para abordar el tema y la Reina decidió tomarse un tiempo para meditar la cuestión. El tiempo acabaría por darle la solución.
El principio del fin: los años de excesos cobran su factura
A principios de los años 70 la situación del matrimonio ya era insostenible, pero lo fue más todavía cuando la Princesa Margarita protagonizó su enésimo escándalo: los paparazzi la pillaron en Mustique junto a su nuevo amante, el paisajista Roddy Llewellyn (17 años menor que ella). Las imágenes salieron publicadas en la portada de 'News of the World' y a partir de entonces todo comenzó a ir de mal en peor para la hermana de la Reina.
Su popularidad cayó en picado y toda la opinión pública se puso en su contra. Incluso el Parlamento Británico mostró su total oposición hacia esta actitud que consideraban "denigrante" y "desagradecida" por parte de alguien que cobraba del erario público. Todo esto obligó a la Reina Isabel II a hacer volver de inmediato a su hermana y retirarle la palabra durante semanas. Se dice que durante aquellos días se refería a ella como "golfa".
Dos meses después, el Palacio de Kensington anunció la separación de los Condes de Snowdon y finalmente el 10 de mayo de 1978 firmaron el divorcio. Se trató del primer divorcio real en la Familia Real Británica desde que en 1533 Enrique VIII hiciese lo propio con Ana de Cleves, su cuarta esposa. A partir de entonces, el divorcio se convertiría en algo normal en la monarquía, hasta el punto de que actualmente casi todos los hijos de Isabel II están divorciados.
Margarita mantuvo su relación con Llewellyn hasta 1981, cuando él conoció a una chica más joven y decidieron casarse. Lo cierto es que a esas alturas la Princesa ya tenía una salud más que deteriorada: fumaba 60 cigarrillos diarios desde los 15 años, bebía grandes cantidades de alcohol y ya había tenido que ser intervenida quirúrgicamente a causa de una hepatitis y un tumor benigno en el pulmón.
Todo se le complicó en 1999 cuando sufrió un grave accidente en su casa de Mustique. Nunca se ha sabido exactamente qué ocurrió porque estaba ella sola, pero se cree que giró mal los grifos de la ducha y vertió agua hirviendo sobre sus pies. Esto, unido a los problemas de circulación derivados de su tabaquismo, complicó mucho su recuperación y ya nunca recuperaría la movilidad completa.
Para cuando la Reina Madre cumplió 101 años, su hija pequeña ya llevaba meses confinada en una silla de ruedas y con el lado izquierdo de su cuerpo inmovilizado a causa de un derrame cerebral. La Princesa Margarita murió seis meses después, el 9 de febrero de 2002, a los 71 años de edad. A pesar de todas las diferencias, el pueblo lloró a su Princesa y muy especialmente lo hizo la Reina Isabel II, que en una muestra de debilidad sin precedentes dejó caer una lágrima por su compañera de juegos, su amiga, su fiel servidora y, sobre todas las cosas, su hermana.