La unión dinástica entre Don Juan Carlos y Doña Sofía no fue la primera opción del Conde de Barcelona, que había puesto sus ojos en otra princesa europea.
La historia de amor de los Reyes Juan Carlos y Sofía no es en sí misma una historia de amor. Hay quien dice que nunca hubo nada entre ellos, otros que sí, pero que se acabó rompiendo. Teniendo en cuenta lo que se sabe, los testimonios de un lado y de otro y cómo ha discurrido este matrimonio tan complicado, se puede decir que no les unió el amor, pero que durante los primeros años sí surgió algo entre ellos. Su relación fue más fuerte durante el tiempo que pasaron a la espera de un trono que nunca tuvieron del todo claro que fuera a llegar, primero como príncipes a secas, y luego entre 1969 y 1975 como Príncipes de España, título creado por la dictadura debido a que ni se les podían llamar Reyes hasta que no lo fueran, ni tampoco Príncipes de Asturias, dignidad principal de quien espera el Trono. De haberlo hecho así, hubiera sido como reconocer que Don Juan de Borbón era Rey, aunque fuera en el exilio, y eso Franco no lo hubiera podido permitir nunca.
Los Reyes Juan Carlos y Sofía se casaron el 14 de mayo de 1962 en Atenas, un enlace real por todo lo alto marcado por las tres bodas, una civil, otra católica y otra ortodoxa. Llegar hasta ahí no fue fácil, pero mereció la pena, o eso pensaron en aquel momento. Al menos, tanto los Condes de Barcelona como los Reyes Pablo y Federica y Grecia estaban satisfechos con esta boda. Sin embargo, Don Juan no había pensado en un primer momento en la primogénita de los Reyes de Grecia como esposa para su hijo.El primer amor, o al menos el más apasionado del Rey Juan Carlos, fue Olghina de Robilant. No fue considerada idónea ni por el propio Juan Carlos I, que durante ese amor de juventud le dejó claro que no podrían acabar juntos. Sí cabría la posibilidad de que María Gabriella de Saboya, princesa italiana, hija y nieta de Reyes, católica, exiliada en Estoril como la Familia Real Española, fuera una candidata adecuada para casarse con Juanito. De hecho, el entonces Príncipe Juan Carlos sentía atracción por ella y se hubiera casado con gusto, aunando amor con deber. Sin embargo, fue presionado por Franco para evitar un matrimonio con la princesa italiana. No le parecía adecuada, y finalmente acabó cediendo y lo suyo quedó en nada. Bueno, sí, en una bonita y sincera amistad que ha durado toda la vida. La Princesa María Gabriela acabó casada con Roberto Zellinger de Balkany, con el que contrajo matrimonio en 1969, divorciándose en 1990. Fueron padres de una hija, María Isabel Zellinger de Balkany.
Por su parte, la Reina Sofía, que tuvo una historia fallida con Harald de Noruega, que a quien amaba era a Sonia Haraldsen, con la que terminó casándose en 1968 tras superar las enormes reticencias del Rey Olaf, era una de las princesas solteras que podía encajar perfectamente para el heredero español. Así lo entendió la Reina Federica, toda una casamentera, que cuando quería que su descendencia intimase, no dudaba en invitar a la correspondiente Familia Real a Corfú, donde se encuentra Mon Repos, entonces residencia de verano de la Familia Real Griega y lugar en el que nació el Duque de Edimburgo en 1921. Todo fue sobre ruedas, sobre todo porque Franco no sabía nada y lograron engañarle hasta que se anunció el compromiso tras la pedida de mano celebrada el 12 de septiembre de 1961 en Lausana, donde residía la Reina Victoria Eugenia. Estrechar lazos con la Familia Real Británica
Sin embargo, tampoco la Reina Sofía era la princesa en la que había posado sus ojos el Conde de Barcelona para casar a su hijo en aquellos tiempos de uniones dinásticas que han pasado ya a la historia. Como señala Jaime Peñafiel en su libro 'Los reyes también lloran', del que habló ampliamente en una entrevista con Bekia, el Conde de Barcelona había pensado antes en la Princesa Alexandra de Kent para así estrechar los lazos de los Borbones con la Familia Real Británica. Sin embargo, no parece que hubiera interés por ninguna parte.
Los Borbones ya habían estrechado lazos con la Familia Real Británica en la generación anterior cuando Alfonso XIII se casó con Victoria Eugenia de Battenberg, hija de la Princesa Beatriz y del Príncipe Enrique de Battenberg, y por tanto nieta de la Reina Victoria. Además, una prima de Victoria Eugenia, la Princesa Beatriz de Sajonia-Coburgo y Gotha, se casó con un primo de Alfonso XIII, Alfonso de Orleans y Borbón, Infante de España e hija de la Infanta Eulalia. De todos modos, Don Juan, primo segundo del Rey Jorge VI y tío tercero ya en aquel entonces de la Reina Isabel, pensó que sería mejor que su hijo se casara con la hija del Príncipe Jorge, Duque de Kent, y de Marina de Grecia. Finalmente, ese plan quedó en nada, el Rey Juan Carlos se casó con la Reina Sofía el 14 de mayo de 1962, mientras que Alexandra de Kent contrajo matrimonio con el aristócrata Angus James Bruce Ogilvy el 24 de abril de 1963. No pudo haber resentimiento alguno porque de hecho la Princesa Alexandra fue dama de honor en la boda de Juan Carlos, su primo tercero, y de Sofía, su prima segunda.