El 8 de septiembre de 2022, la Reina Isabel II de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte falleció en su Castillo de Balmoral, después de 70 años sentada en el trono y una larga vida de 96 años. Durante cerca de tres días, buena parte de sus familiares le estuvieron velando en la residencia escocesa, antes de que comenzase un épico traslado fúnebre cuya primera parada sería Edimburgo. Aunque la 'Operación Puente de Londres' tenía todo medido y esto no estaba previsto en ella, finalmente la Casa Real también decidió improvisar e incluir a la capital de Escocia en el itinerario que llevaría a cabo el féretro de la Soberana para su despedida final, antes de su inhumación en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
El cuerpo de la Monarca más longeva de la historia británica abandonó el Castillo de Balmoral a primera hora del 11 de septiembre, para despedirse para siempre de la que siempre fue su residencia predilecta. En un coche fúnebre de color negro, el ataúd iba cubierto del estandarte real y una corona de flores blancas en la que no faltaban sus favoritas, como dalias, brezo blanco o guisante de olor, directamente cogidas de los jardines del castillo. El cortejo estaba acompañado de seis coches, encabezados por la Princesa Ana, y tenía por destino la capital escoces a, aunque con paradas intermedias en las localidades de Ballater, Aberdeen y Dundee.
La despedida de Isabel II en Edimburgo
Después de un largo viaje de más de seis horas, la Reina Isabel II llegó por última vez a Edimburgo. Las calles más céntricas de la capital escocesa estaban repletas de ciudadanos que querían despedirse por última vez de su Soberana. Precisamente, fue a su paso por la Royal Mile, la avenida más importante de la ciudad, donde mayores vítores y aplausos le dedicaron, rompiendo durante unos segundos el silencio. El cortejo llegó hasta el Palacio de Holyrood en torno a las 16:30 (hora británica). Allí, v arios miembros de la Guardia de Honor fueron los encargados de sacar el féretro desde el coche fúnebre, para después introducirlo en el interior de la que es la residencia oficial de la Corona en Escocia.
El cuerpo de la Soberana fue trasladado posteriormente al Salón del Trono, donde continuará siendo velado durante toda la noche en la más estricta intimidad. La primera despedida pública llegará la mañana del 12 de septiembre, cuando una procesión histórica partirá desde el palacio hasta la Catedral de St Giles, atravesando la Royal Mile y encabezada por su familia más directa, donde seguramente se vea al Rey Carlos III. Una vez se encuentre en el templo catedralicio, y tras oficial el servicio religioso correspondiente, permanecerá en él durante 24 horas para que los escoceses puedan despedirse de la que también era su Reina.
La genuflexión de la Princesa Ana, imagen del día
En el momento en el que se anunció el empeoramiento de Isabel II la mañana del 8 de septiembre, su hija fue una de las primeras que partió al Castillo de Balmoral para acompañarla en la que previsiblemente eran sus últimas horas. De hecho, la Princesa Ana fue, junto con el ya Rey Carlos III, los dos únicos hijos de la Soberana que pudieron despedirse de ella, ya que ni el Príncipe Andrés ni el Príncipe Eduardo pudieron llegar a tiempo para poder tener unas últimas palabras con su madre. Sin embargo, y desde que falleció, la que ha continuado en todo momento al lado del cuerpo de la Reina ha sido su hija.
Princess Anne curtsies as her mother's coffin is carried into the Throne Room at the Palace of Holyroodhouse pic.twitter.com/fPWtTAOFJp
? Royal Central (@RoyalCentral) September 11, 2022
Mientras que los príncipes Andrés y Eduardo esperaban la llegada del cortejo fúnebre en Edimburgo, la Princesa Ana prefirió acompañar a su madre durante su último viaje de Balmoral a la capital de Escocia. Acompañada de su esposo, ambos iban en uno de los vehículos que iban tras el coche fúnebre. Una vez que llegó al Palacio de Holyrood, la hija de Isabel II protagonizó una de las imágenes de la jornada: la genuflexión que hizo al ataúd en el que iba su madre mientras la Guardia de Honor lo introducía en el interior del edificio. Esta reverencia demuestra el profundo respeto que siente por la que no solo era su madre, sino también su Reina.