"El niño debería haber sido ella"
Desde su edad más temprana, la Princesa Ana dio muestras de un carácter muy diferente al de su hermano. Esto hizo que se convirtiese en el ojito derecho de su padre, con el que compartía aficiones deportivas y cuya personalidad era muy similar a la suya: ambos eran personas extrovertidas, descaradas, atrevidas... En definitiva, todo lo que no era Carlos, tan tímido y sensible.
Del novio compartido con Camilla a sus dos matrimonios
Teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que sus primeros romances proviniesen de este mundo. Fue el caso del oficial de caballería Gerald Ward y de Richard Meade, campeón olímpico de equitación. La única excepción fue la de Andrew Parker Bowles, procedente de la Marina y al que muchos consideran su gran amor. Un amor que se vio frustrado por la presencia de una tercera persona en la relación: Camilla Shand. ¿Os suena? Efectivamente. La Princesa Ana mantuvo un romance con el primer marido de su actual cuñada, la Duquesa de Cornualles.
Por el despecho que le causó la boda de su amante con Camilla en 1973, Ana decidió lanzarse a los brazos de un joven jinete llamado Mark Phillips. Es más, ambas parejas se casaron en el mismo año, aunque las ceremonias fueron muy diferentes. La de la Princesa se convirtió en un auténtico fenómeno global y de hecho fue la primera boda real retransmitida por la televisión en color.
Parte del entusiasmo con el que se acogió el enlace de Ana el 14 de noviembre de 1973 se debía a que por aquel entonces el Príncipe de Gales estaba todavía soltero y el resto de sus hermanos eran todavía muy pequeños. Por lo tanto, la Monarquía Británica necesitaba renovarse y engendrar una nueva generación de royals. La segunda hija de la Reina Isabel II cumplió y junto a su marido tuvo dos hijos: Peter (1977) y Zara (1981). Sin embargo, las cosas en la relación no iban bien.
En el momento en el que nació su segunda hija, la pareja ya atravesaba una grave crisis debido a la falta de entendimiento más allá de las cuestiones hípicas y a las constantes infidelidades por ambas partes (demandas de paternidad incluidas en el caso del jinete). Todo ello llevó al Palacio de Buckingham a anunciar su separación en el verano de 1989, aunque en el comunicado se decía que no había "planes de divorcio". Para que el cese definitivo del matrimonio se produjese habría que esperar hasta 1992.
Fue precisamente en el famoso "annus horribilis" de la Reina Isabel II cuando su segunda hija se unió a la lista de innumerables problemas que azotaban a la Monarquía. En el mes de mayo se publicaron unas cartas íntimas que la Princesa Ana había intercambiado con el capitán Timothy Laurence y eso provocó que todos los acontecimientos se precipitasen: en cuestión de meses la Princesa firmó el divorcio de su primer marido y a finales de año se casó con su nueva pareja en Escocia.
A pesar de estos tumultuosos inicios, la pareja es a día de hoy la más estable de la Familia Real Británica después de 26 años de matrimonio. Aún así, no han faltado rumores a lo largo de todo este tiempo que apuntaban a constantes crisis e incluso a la mala relación que Laurence tiene con los hijos de su esposa. Según el periodista Brian Hoey: "Peter y Zara adoran a su padre, pero la relación con su padrastro no es del todo cordial y se mantiene principalmente por no disgustar a su madre". Aún así, a pesar de todo, ahí siguen sin dar problemas.
Lady Di, su enemiga íntima
Si por algo se ha caracterizado desde siempre la Princesa Ana ha sido por su aversión hacia la prensa, ante la que mostraba su carácter más hosco, despectivo y arrogante. Los periodistas por su parte la consideran una persona "dura, seca y fría". El punto máximo de esta tensa relación se produjo con la llegada a la Familia Real de la joven Diana Spencer.
La esposa del Príncipe Carlos representaba todo lo contrario a su cuñada y desde el primer momento consiguió meterse a la prensa y a la opinión pública en el bolsillo. A medida que la popularidad de la Princesa Diana aumentaba, la de la Princesa Ana disminuía. Esto fue uno de sus principales puntos de desencuentro, pero no el único, ya que Ana consideraba a Diana demasiado sensible y ésta por su parte la veía demasiado masculina (llegó a bromear con sus amigos diciendo que se afeitaba).
Esta tensa relación puso en más de un aprieto al Príncipe Carlos, que se veía obligado a elegir entre contentar a su esposa o a su hermana. Algo que se vio sobre todo en los bautizos de sus respectivos hijos. Cuando nació Peter Phillips, la Princesa Ana eligió a su hermano como padrino y éste quiso corresponderle cuando nació el Príncipe Guillermo. No obstante, se encontró con la firme oposición de Lady Di, que tampoco le permitió a su cuñada ser madrina del Príncipe Harry. Ana se sintió tan humillada que no fue al bautizo del actual Duque de Sussex.
Más tarde, cuando el matrimonio de los Príncipes de Gales comenzó a escenificar sus problemas íntimos, Ana no dudó en recriminar a su cuñada: "Yo de ti no me dedicaría a divulgar demasiados cuentos, no sea que acaben perjudicándote". Más tarde, cuando la crisis matrimonial derivó en una crisis institucional sin precedentes, la hija de la Reina desató toda su ira sobre Lady Di: "Antes de tu llegada casi no había rendijas. Ahora el barco está lleno de agujeros y se está yendo a pique".
Del odio al amor gracias al trabajo
Con el paso del tiempo, las cosas se invirtieron y la Princesa Ana se ha convertido en uno de los miembros más respetados de la Familia Real Británica e incluso numerosas encuestas afirman que sería más adecuada que el Príncipe Carlos para subir al trono. ¿Cómo se ha producido este cambio? El periodista Richard Fitzwilliams lo tiene claro: "Ana es admirada porque rehuye el protagonismo y se dedica a trabajar".
Ahí reside precisamente la clave de su éxito: en su laboriosidad. Lleva acudiendo a actos públicos desde su adolescencia y en 2017 fue oficialmente la más trabajadora de la Familia Real gracias a los 540 compromisos atendidos a lo largo de ese año (más que los Duques de Cambridge y el Príncipe Harry juntos). Además, está involucrada en más de 300 organizaciones.
Con tan sólo 20 años fue nombrada presidenta de Save The Children, una ONG que vela por los derechos infantiles en los países más desfavorecidos y con la que la Princesa ha viajado a lugares como Camboya, Botsuana, Madagascar o Filipinas. Allí la Princesa es una más con su cámara de vídeo a cuestas, su ropa de exploradora y conduciendo su propio todo-terreno.
La beneficencia es una de las causas a la que más tiempo dedica, ya que también está involucrada en organizaciones como Carers Trust (dedicada a dar apoyo a los cuidadores) o Riders for Health (dedicada a mejorar los transportes en países en desarrollo). Sin embargo, si hay algo que la apasione realmente es el mundo del deporte y en concreto la hípica: fue campeona de esta disciplina en los Juegos Olímpicos de Montreal (1976) y en la actualidad es Presidenta de la Asociación Olímpica Británica y miembro del Comité Olímpico Internacional.
La Princesa Ana es mujer serena y tranquila que vive dedicada a representar a la Familia Real allí donde se la necesita y a cuidar de sus nietos. Prefiere ceder los focos a las nuevas generaciones y mantenerse en un segundo plano. Un lugar en el que siempre quiso estar a pesar de todo. Nunca es tarde si la dicha es buena.