Iñaki Urdangarin jamás pudo imaginarse que acabaría en la cárcel, ni siquiera cuando en los años en los que trabajó en el Instituto Nóos se saltó la Ley. La investigación del Caso Palma Arena llevó al fiscal Horrach y al juez Castro hasta Iñaki Urdangarin y Diego Torres, y después de una larga investigación e instrucción, el marido de la Infanta Cristina se sentó en el banquillo de los acusados. La sentencia fue de 6 años y 3 meses, que fueron reducidos a 5 años y 10 meses por el Tribunal Supremo, que estimó que no se le podía condenar por falsedad documental. La Audiencia de Palma comunicó al exjugador el mandamiento de prisión, dándole un plazo de cinco días que aprovechó para pasar en Ginebra con su familia.
El domingo 17 de junio de 2018, Iñaki Urdangarin aterrizó en el aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas procedente de Ginebra. Fue fotografiado en el aeropuerto, pero desde entonces ha logrado pasar desapercibido y ningún objetivo ha vuelto a captar la imagen del yerno de Juan Carlos I.
Sea como fuere, lo cierto es que a las 08:13 horas del lunes 18 de junio de 2019, Iñaki Urdangarin ingresaba en la cárcel de Brieva (Ávila). Lo hacía con polémica no solo por hacerlo sin que se pudiera tomar foto alguna de su entrada, aunque fuera en coche, sino porque se solicitó cumplir su pena en esta cárcel de mujeres que tiene el módulo de hombres vacío. Esta prisión ubicada a 10 kilómetros de Ávila capital data de 1989, tiene 162 celdas, más 18 complementarias.
¿Tenía derecho a pedirlo? Sí, y además había un precedente, ya que Luis Roldán, exdirector general de la Guardia Civil, pasó en Brieva 10 años. ¿Por qué lo hizo? Lo primero porque sabía que podía hacerlo, porque tenía el ejemplo de Roldán, y sobre todo porque Iñaki Urdangarin prefería estar solo en vez de tener que compartir cárcel con otros presos. Al riesgo de filtraciones sobre su estancia en prisión se unía su miedo a sufrir agresiones por su parentesco con la Familia Real, de la que formó parte entre 1997 que se casó y 2014, año en el que Juan Carlos I abdico la Corona en favor de Felipe VI.
Comenzaba así una estancia en la cárcel que ha sido muy dura para él. A la condena que supone estar encerrado entre cuatro paredes se une el estar solo y no poder relacionarse con nadie. ¿Cómo han sido estos primeros doce meses de condena para Iñaki Urdangarin? Un auténtico infierno. Al menos consiguió que instituciones penitenciarias le dejara quedarse en Brieva debido a que preferían que estuviera solo. Conscientes de que la seguridad del marido de la Infanta Cristina podía verse comprometida, optaron por esa solución, así que si así lo desea, Urdangarin podrá cumplir toda su condena en Ávila. El exjugador de balonmano siguió intentando salir en libertad, por lo que su defensa solicitó un recurso de amparo al Constitucional que fue rechazado. Así, Urdangarin se hizo a la idea de que tendría que cumplir su condena.
Para entretenerse, se dedica a cuidar un pequeño huerto que le permiten tener, y sobre todo se ha volcado en su fe religiosa y en el deporte. Iñaki Urdangarin alcanzo la gloria como jugador de balonmano con el Barça y con la selección española, con la que se llevó medallas en Atlanta 96 y Sydney 2000. Además, en los años en los que ya no tenía trabajo y se dedicó a su defensa y a cuidar a su familia, se centró en la práctica deportiva. En Brieva ha seguido por este camino debido a que le ayuda a sentirse mejor y a no pensar tanto en el encierro. Aparte de salir al patio cuando no están las reclusas, se le permitió traer una bicicleta estática adaptada a su complexión física con la que se mantiene en forma.
Su estado anímico no es bueno, sobre todo en sus primeras semanas de cárcel, en Navidad, por motivos obvios y cuando se ha perdido acontecimientos importantes como los cumpleaños de sus hijos, el de la Infanta Cristina o el suyo propio. También le dolió no haber estado en la graduación de su vástago Pablo ni haberle visto en un partido de balonmano ahora que ha debutado en el mismo deporte en el que Iñaki Urdangarin fue grande. Tampoco ha podido acompañar a su primogénito Juan a su universidad en Reino Unido ni puede estar con su madre, Claire Liebaert, que ha sido y es un gran apoyo para él.
Pese a su encierro y su bajo ánimo, no puede quejarse del cariño familiar. Hace uso de las llamadas a las que tiene derecho y también de los vis a vis y las visitas semanales. A ellas acuden asiduamente sus hermanos y cuñados, así como algunos sobrinos. También la Infanta Cristina y sus cuatro vástagos han viajado a Brieva, aunque no tanto como les gustaría por la presión mediática y por la distancia.
El regreso 'triunfal' de la Infanta Cristina
La Casa Real no quería una imagen de la Infanta Cristina entrando en la cárcel, y se ha conseguido. Cristina de Borbón ha podido entrar directamente sin pasar por la puerta con el permiso del Ministerio del Interior, que justifica que pueda acceder con su coche a la cárcel sin paseíllo por criterios de seguridad. Quizás por haber sido discreta, por haber sido absuelta y estar Urdangarin en la cárcel, la Infanta Cristina ha resurgido de sus cenizas a nivel público.
Desde que Iñaki Urdangarin entró en prisión se ha producido una rehabilitación total de la Infanta. Tanto ella como sus hijos estuvieron invitados al 80 cumpleaños de la Reina Sofía, y todos posaron para la foto de familia, una imagen que no se tomaba desde la comunión de Miguel Urdangarin en 2011 y desde las vacaciones en Mallorca de ese mismo año.
La hermana del Rey de España acudió a un musical en Madrid con sus hijos Miguel e Irene, además de con la Infanta Elena y Victoria Federica de Marichalar, también viajó a Abu Dabi con el Rey Juan Carlos para disfrutar del Gran Premio de F1, y por si fuera poco, reunió a sus padres, a su suegra y su hermana para un partido de Pablo Urdangarin en Hannover.
La Infanta Cristina y sus cuatro hijos pasan cada vez más tiempo en España, y hasta fueron invitados a pasar la Navidad 2018 en La Zarzuela con los Borbón y Grecia. Sin embargo, Iñaki Urdangarin tendrá un permiso penitenciario en Navidad de 2019, por lo que todo apunta a que esa Nochebuena habrá cinco personas menos cenando en el recinto palaciego. Una cosa es que vayan la Infanta y sus vástagos, y otra es que Iñaki Urdangarin vuelva a pisar la residencia en la que vive la Familia Real. Eso no puede ocurrir, o si ocurre, nadie puede saberlo; no está la Corona para tropiezos.