Juan Carlos de Borbón no se pone de acuerdo con la Casa Real y solo estaría dispuesto a dejar La Zarzuela.
El Rey Juan Carlos sabe que su reputación está hundida y que debe alejarse para no comprometer a la Corona. Debe recordar que como en el pasado, lo importante era la Institución y la dinastía, y no la persona, que fue lo que tuvo que aceptar Don Juan cuando acabó entendiendo que él nunca sería Rey y la Monarquía solo volvería a España con su hijo Juan Carlos. Décadas más tarde es momento de que Juan Carlos I entienda que si quiere que la Corona sobreviva debe aceptar lo que se le imponga y colaborar. Sin embargo, solo está dispuesto a medias. El anterior Jefe del Estado asume que debe dar un paso para que la Monarquía no sea arrastrada con él por unos escándalos que hacen insalvable la figura del hombre que pilotó la Transición, pero de acuerdo con El País no va a ponerlo tan fácil.
No hay consenso entre Felipe VI, el Gobierno y el Rey Juan Carlos ni en los tiempos ni en cómo proceder. El Rey y el Ejecutivo quieren ir hasta donde haga falta, dentro de unos límites, pero Juan Carlos de Borbón no está conforme aunque sabe que las informaciones que se publican y la investigación que pesan sobre él y sobre los 65 millones de dólares que recibió de Arabia Saudí, que nunca declaró en España y que acabaron en poder de Corinna hacen que su posición sea insostenible y que la imagen de la Monarquía esté peor que con el Caso Urdangarin, que en su momento fue calificado por Rafael Spottorno, ex Jefe de la Casa de SM el Rey, como un martirio para la Institución. Está claro que Spottorno no se imaginaba lo que vendría años después.Fuentes del entorno del Rey Juan Carlos, que están siendo sus portavoces oficiosos, señalan que el Emérito estaría dispuesto a marcharse de La Zarzuela, pero no a renunciar a su titulo honorífico de Rey. Casa Real apostaría por la renuncia voluntaria de Juan Carlos de Borbón a su título de Rey honorífico que ostenta desde que la Corona pasó a manos de Felipe VI. Para hacerlo, habría que derogar o modificar el decreto del 13 de junio de 2014 que otorgó a Don Juan Carlos y Doña Sofía el título vitalicio de Reyes, con honores análogos a los de la Princesa de Asturias y precedencia protocolaria posterior a la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Se entiende que entonces habría que distinguir entre Juan Carlos de Borbón y la Reina Sofía, que no puede ni debe ser un daño colateral. La madre de Felipe VI, que siempre ha sido un activo para la Corona, tendría que enfrentar ciertos cambios y desaparecer un poco más de la agenda oficial y oficiosa, aunque su labor seguiría siendo visible a través de la Fundación Reina Sofía, que constituyó en 1977.
En cuanto a Juan Carlos I, si no da su brazo a torcer se puede actuar contra su voluntad y que se le retire el título honorífico de Rey, el mal llamado título de Rey Emérito. Podría también ser sacado de la Familia Real y pasar a ser Familia del Rey. La Ley marca que forman parte de la Familia Real el Rey, la Reina consorte o el consorte de la Reina, y los descendientes y ascendientes directos del Rey. De todos modos, se podría buscar la fórmula que expulsara a Juan Carlos I. Está en sus manos renunciar voluntariamente a lo que se le presente o pasar por la humillación de ser expulsado.Adiós a La Zarzuela
En lo que sí parece haber consenso es en la necesidad de que se vaya del Palacio de La Zarzuela, la residencia que ha ocupado durante más de cinco décadas. El Rey Juan Carlos cuenta con unas estancias separadas de las de la Reina Sofía, que convive con su hermana Irene de Grecia. Si Juan Carlos I se marcha de La Zarzuela, la Reina Sofía no tendría que hacerlo y tiene garantizado su lugar allí durante lo que le reste de vida.
El Rey Juan Carlos, sin embargo, debería irse y está dispuesto a ello. El problema es dónde debería alojarse. Si se marcha a otras dependencias de La Zarzuela no se vería como un castigo y no tendría ningún sentido. Si se va a otra residencia de Patrimonio Nacional, sería una especie de exilio interior dorado, una decisión vacía de contenido. Además, habría que adecuar la vivienda y gastar dinero. Nadie lo entendería. Si se va al extranjero se produciría un exilio como el que afrontó su abuelo, el denostado Alfonso XIII, y que vivió el propio Juan Carlos I, nacido en Roma en 1938, que se instaló en España en 1948 por un acuerdo entre el Conde de Barcelona y el dictador Francisco Franco.
Un exilio internacional no tiene mucho sentido para un país como España en el Siglo XXI. Además, podría verse como una huida, aunque estuviera localizado. Sería posible entonces que se financiara él mismo una vivienda privada o que fuera acogido por familiares y los amigos que nunca le han abandonado, como el armador Pedro Campos, que le acoge siempre con gusto en Sanxenxo. La decisión no es fácil, pero al menos hay acuerdo y Juan Carlos de Borbón dejaría La Zarzuela.