Hay Casas Reales en las que hay tradición de abdicar, como en Luxemburgo o en Países Bajos. En otros, como España o Japón, no tanta, pero en ocasiones las circunstancias llevan al titular de la Corona a ceder el Trono en vida para que la siguiente generación pueda hacerse cargo. En Reino Unido no se estila la abdicación, y quien lo ha hecho, ha quedado marcado y exiliado. Así ocurrió cuando Eduardo VIII renunció a seguir al frente de la Corona tras 10 meses de reinado al no poder casarse con Wallis Simpson. Se desató entonces una crisis institucional que sumió a la Corona en el caos y que la Reina Isabel ha tenido presente toda la vida.
Quizás por eso, por su responsabilidad o por la falta de tradición, Isabel II tenía en mente morir siendo la Reina. Sin embargo, quizás no esperaba llegar a tan avanzada edad. Una cosa es reinar a los 80 con buena salud, y otra alcanzar los 90 años y pretender seguir al frente de la Corona como si los años no pasaran. Pero si pasan, y no lo hacen en balde. La Reina ha ido soltando lastre y reduce año tras año sus compromisos oficiales y sus presidencias de honor en favor de otros miembros de la Familia Real Británica, mientras el Príncipe Carlos asume cada vez más carga de trabajo. Además, Isabel II no viaja al extranjero, por lo que los Windsor reciben Visitas de Estado, pero no las realizan.
Isabel II ha logrado el reinado más largo. Lo hizo el 9 de septiembre de 2015 al superar a su tatarabuela, la Reina Victoria, y una vez superado este reto, no se planteó abdicar. Sí se retiró el Duque de Edimburgo, que en 2017, con 96 años y tras siete décadas como consorte, abandonó la primera línea para vivir los pocos años que le quedan con tranquilidad. Es precisamente el Príncipe Felipe el que puede tener un papel fundamental en un plan del que habla la prensa británica, y que pretende que Isabel II muera como Reina, pero que el Príncipe de Gales dé un paso al frente y se convierta en regente.
El escándalo Epstein ha sido ya demasiado. La Casa Real Británica ha capeado muchos temporales, pero este, que ha afectado de lleno al Duque de York, ha ido más allá. Si bien es cierto que la Reina Isabel apartó de los actos oficiales al Príncipe Andrés, no ha sido lo contundente que debería y ha pesado más el amor que siente por su hijo favorito, una devoción que jamás ha sentido por el que nació llamado a sucederle, y que prepara su gran momento.
El Príncipe Carlos se colocó en primer lugar en la línea sucesoria al morir su abuelo y convertirse en reina su madre. Era el 6 de febrero de 1952, aunque no fue hasta el 1 de julio de 1969 cuando le proclamó Príncipe de Gales en una ceremonia en la que Carlos asombró al hablar en galés y mostrar la sensibilidad nacional de este territorio de Reino Unido tantas veces ignorado. Desde entonces ha esperado pacientemente, pero los acontecimientos le han hecho decir basta. Se dice que su viaje a Sandringham para reunirse con el Duque de Edimburgo tiene como intención discutir el futuro de la Corona. El Príncipe Felipe y el Príncipe Carlos nunca se han entendido demasiado, pero la sombra del consorte es tan alargada que quiere su consejo.
Una etapa de transición
Ese consejo es cómo tomar la regencia y en qué plazos. Se comenta como fecha el 21 de abril de 2021, momento en el que la Reina Isabel cumple 95 años, una fecha redonda perfecta para que se tome un descanso y cese en sus obligaciones oficiales a pesar de seguir siendo la Reina. El Príncipe Carlos asumiría tamaño honor a los 72 años. Sin embargo, en ese momento habría pasado 69 años desde que la Reina asumió la Corona, y teniendo en cuenta que el Príncipe Felipe se retiró a los 96, Isabel II podría esperar a 2020, celebrar los 70 años de reinado por todo lo alto, y ya con los 96 cumplidos, establecer la regencia y que su hijo asumiera las riendas de la Casa Real Británica.
Se produciría así una etapa de transición hasta que la Reina Isabel muera, y el Príncipe Carlos se convierta en Rey y sea coronado con todos los honores. La Familia Real Británica podría acostumbrarse así a la nueva posición. Los Kent y los Gloucester se retirarían de sus obligaciones oficiales, así como la Princesa Ana. En su caso, la edad les acompaña y no supondría un problema que se jubilaran.
El Duque de York, que aunque desea ser rehabilitado, nunca lo será, no verá más cambio al haber sido apartado de los actos oficiales con anterioridad. El problema llegaría para los Condes de Wessex, que tienen edad para representar a la Corona, lo han hecho bien y sus ingresos dependen del presupuesto de la Casa Real Británica. De todos modos, con todo lo que se le viene encima, para el Príncipe Carlos esta es la menor de sus preocupaciones.