Si bien parece que la relación entre los Príncipes Guillermo y Harry se resquebrajó con la llegada de Meghan Markle a la vida del Duque de Sussex, el libro 'Battle of Brothers' de Robert Lacey revela otros detalles que señalan que los antes inseparables hermanos no fueron siempre un frente unido como se ha hecho creer.
El Príncipe Harry se enfadó cuando el Príncipe Guillermo le pidió que se tomara su tiempo para conocer a Meghan Markle antes de casarse con ella, y más lo hizo cuando el Duque de Cambridge pidió a su tío, el Conde Spencer, que hablara con él para que se tomara con calma su noviazgo antes de seguir dando pasos. Eso era solo el principio, pero lo cierto es no había sido el comienzo de los problemas. Para conocerlos primero hay que realizar un repaso por la complicada infancia de los hermanos Gales.
Sufrimiento por una familia desestructurada
En el libro se recuerda el sufrimiento que tuvieron que afrontar los Príncipes Guillermo y Harry por el infeliz matrimonio de sus padres. En 1992 se terminó el matrimonio del Príncipe de Gales y Lady Di después de una década de dolor y angustia. Sus hijos lo pasaron mal y además tuvieron que ver, a pesar de su corta edad, cómo los conflictos de sus progenitores se hacían públicos.
Ese mismo año se publicó 'Diana: Her True Story', que contaba con revelaciones de la Princesa Diana. A todo eso se sumó la aparición de unas grabaciones en las que Lady Di hablaba con James Gilbey, donde señaló que la vida con el Príncipe de Gales había sido una tortura. Si todo eso dolió al Príncipe Guillermo, más enterarse de que su madre se había tirado por las escaleras cuando estaba embarazada de él. Por si fuera poco, en 1993 salió a la luz el Camillagate o Tampongate, recordado por aquellas conversaciones en las que el Heredero le decía a su entonces amante que le gustaría ser su tampón.
En 1994, el Príncipe Carlos reconoció a Jonathan Dimbleby en el documental 'Charles: The Private Man, The Public Face' su relación con Camilla Parker. También se supo de la relación extramatrimonial entre Lady Di y James Hewitt, un romance que alimentó los infundados rumores de que era el verdadero padre del Príncipe Harry, lo que no podía ser porque la relación empezó en 1986, mientras que el nieto de la Reina Isabel nació en 1984. Esas habladurías hicieron mucho daño al Duque de Sussex. Pero no solo eso hizo daño a los hermanos. Ambos se sintieron traicionados debido a que Hewitt era muy querido por ellos y le consideraban como un tío. No esperaban que hubiera sido el amante de su madre.
Por si no hubieran tenido bastante, el 20 de noviembre de 1995 se emitió en BBC la entrevista de Lady Di al programa 'Panorama' con el periodista Martin Bashir, un documento de enorme importancia que se habría conseguido con engaños. Aquella fue la entrevista que dejó como titular " Éramos tres en mi matrimonio, y eso es una multitud " para hablar del fracaso de su matrimonio. Reconoció su infidelidad con Hewitt, al que echó en cara que hubiera hablado públicamente del romance no solo por los adornos que según ella colocó a su historia, sino por el daño a sus hijos. También habló de su bulimia, sus autolesiones y lo profundamente desgraciada que se había sentido.
El Príncipe Guillermo tenía entonces 13 años. No le sentó bien cuando su padre habló de Camilla y tampoco le había gustado ver a su madre hablando de su intimidad ante el mundo entero. El nieto de la Reina Isabel tuvo un fuerte ataque de ira, uno de esos que ha tenido más adelante y que según Robert Lacey ha sufrido particularmente su padre. El Príncipe Guillermo reaccionó muy mal ante su madre, y aunque al día siguiente se disculpó con ella, Lady Di sintió que no podría reparar el daño que había causado a su hijo. '¿Qué he hecho? ¿Qué les he hecho a mis hijos? ', dijo Diana de acuerdo con el libro. Fue ahí cuando se dio cuenta verdaderamente del daño causado a sus vástagos.
La etapa autodestructiva
En 1997, la muerte de Lady Di unió todavía más a dos hermanos que habían tenido que protegerse el uno al otro entre tanto dolor. Ambos se apoyaban, se querían y se necesitaban. En 1998, el Príncipe Harry entró en Eton, donde estudiaba el Príncipe Guillermo. Allí se había granjeado la amistad de un grupo de amigos de confianza que no dudaron en abrirse también con Enrique de Gales. Lo que parecía una salvación, se convirtió en un problema.
Lacey cuenta que el Príncipe de Gales ordenó la construcción de un refugio a prueba de bombas en el sótano de Highgrove, residencia privada del Príncipe Carlos en Gloucestershire. Aunque se construyó por razones de seguridad, en vista de que no hacía demasiada falta dejó que sus hijos montaran una discoteca privada para sus amigos a la que llamaron 'Club H'. Ahí empezaron a beber cuando no estaba su padre, que según Lacey siempre estaba ausente porque se encontraba más preocupado por conseguir que Reino Unido aceptara su relación con Camilla Parker que por cómo pudieran estar sus hijos. El autor señala que el Príncipe Guillermo bebía mucho, y su hermano menor no dudó en seguirle el ritmo tanto en 'Club H' como en el pub The Rattlebone Inn, donde se les permitía beber alcohol aunque los dos royal eran menores de edad. Los dos bebían demasiado y según el libro, al menos el Príncipe Harry fumaba.
En el año 2000, el Príncipe Guillermo ya había finalizado sus estudios en Eton y con 18 años se marchó a Belice para disfrutar de un año sabático antes de empezar la universidad en St Andrews (Escocia), donde conocería a Kate Middleton. Pero esa es otra historia. El Príncipe Harry se quedó solo y perdido sin su hermano, que se marchó a vivir su propia vida y no miró atrás. Se enganchó cada vez a la marihuana y nadie pareció preocuparse por él hasta que en 2001 un miembro del personal de Highgrove le contó al Príncipe de Gales lo que estaba pasando. Antes de ese momento, Mark Dyer tomó las riendas y llevó al adolescente a que visitara un centro de rehabilitación. Allí habló con exdrogadictos que le contaron lo que pasaría si seguía por ese camino. En enero de 2002, la prensa hizo pública esa visita en la que se dejaba en mal lugar al Príncipe Harry mientras se elogiaba al Heredero por entenderse que se había encargado de organizar esta charla para lograr que su hijo dejara las drogas. No supieron entonces que el héroe de esta historia fue Mark Dyer, exmiembro de la Guardia Galesa y protector de los Príncipes Guillermo y Harry, que ha sido como un segundo padre para ellos. No estuvieron ahí ni el Príncipe de Gales ni el que sería Duque de Cambridge.
El autor juzga duramente al Príncipe Guillermo, a quien no solo acusa de haber abandonado a su suerte a su hermano cuando más falta le hacía, sino que recuerda que fue él quien inició al Príncipe Harry en sus fiestas sin control y el que le llevó por un camino autodestructivo. El cuarto nieto de la Reina Isabel ya había sido juzgado, mientras que su hermano mayor mantenía intacta su reputación. Pero todavía habría más. ¿Quién no recuerda el disfraz de nazi de Harry? Los dos hermanos fueron a comprar disfraces para una fiesta. A Enrique de Gales le gustó el traje por el color, pero no pensó que llevar una esvástica nazi no era una buena idea. Uno de los presentes hizo una foto, la vendió a la prensa y allí estaba el escándalo de Harry el nazi. Al Príncipe Harry no le había parecido que fuera tan mala idea cuando compró el disfraz, pero tampoco se lo pareció a su hermano, que le rio la gracia. El Duque de Sussex fue el culpable, pero el Duque de Cambridge no vio inconveniente a pesar de que era una absoluta inconveniencia que su hermano pequeño llevara eso puesto. Ese enero de 2005 fue para olvidar. Pidió disculpas, se sintió avergonzado y recibió ataques por todas partes. Le costó salir, pero lo logró.
De acuerdo con lo que afirma 'Battle of brothers', fue a partir de este escándalo cuando el Príncipe Harry tomó conciencia del papel de su hermano. Mientras él era el bufón y el escandaloso, el futuro heredero vivía de forma parecida, pero se mantenía a salvo del escarnio público. Cada vez se veía a sí mismo en el papel del tonto de la Casa Real, con el que la gente se entretiene y así se deja en paz y se glorifica al que está llamado a reinar. " Por primera vez, su relación sufrió mucho y apenas hablaron ". Lograron superarlo, pero ya había una herida. El concepto 'An heir and a spare' (un heredero y un repuesto) hacía mucho daño a Enrique de Gales, que si bien podía lograr encontrar su sitio, no estaba dispuesto a ser el tonto útil de la Monarquía.
De todos modos, y aunque todo tiene mucho sentido, no es del todo acertado por parte de Lacey culpar al hermano mayor por no haber protegido al pequeño. Si bien es cierto que le inició en el camino equivocado y debió ayudarle cuando estaba claro que le hacía falta, no se puede culpar de todos los escándalos y los problemas del Príncipe Harry al Príncipe Guillermo. Eso sí, lo que se demuestra es que Meghan Markle no dinamitó la excelente relación entre los hermanos, sino que los problemas habían comenzado mucho tiempo atrás.