La Familia Real Británica es muy extensa, pero no todos los familiares de la Reina Isabel II gozan de la misma visibilidad y mucho menos del mismo papel dentro de la agenda oficial. Los hay que les gustaría tener más peso institucional y hay otros que, por el contrario, prefieren pasar más desapercibidos. Este último es el caso de los Ogilvy, unos de los grandes desconocidos para el gran público pero con una ascendencia de lo más regia : son los hijos de la Princesa Alexandra de Kent, prima de Isabel II y descendiente de emperadores, zares y reyes de toda Europa. De hecho, aunque los Ogilvy no ostenten ningún título, están incluidos en la Línea de Sucesión al Trono.
Los cabeza de familia
Alexandra Helen Elizabeth Olga Christabel Windsor es hija del Príncipe Jorge de Kent (hermano del Rey Jorge VI y tío de Isabel II) y de la Princesa Marina de Grecia (prima lejana de la Reina Sofía). Unas credenciales que la convierten para muchos en alguien con más sangre real que su propia prima: la actual soberana británica es hija de un príncipe y una aristócrata, mientras que Alexandra es hija de dos príncipes. En cualquier caso, el protocolo manda y mientras que una es Su Graciosa Majestad, la otra es simplemente Su Alteza Real.
La Princesa Alexandra nunca ha querido presumir de sus orígenes y desde muy pequeña ha preferido ser conocida por su trabajo incansable a favor de la Corona. Una labor que comenzó a desempeñar con tan solo 16 años y que la ha llevado a ser considerada uno de los miembros más trabajadores de la Familia Real Británica, cumpliendo una media de 100 compromisos anuales en calidad de patrona de un centenar de organizaciones benéficas.
A pesar de las presiones familiares para que contrajese matrimonio con alguien de su condición social, la princesa no pudo evitar enamorarse de Angus Ogilvy, un apuesto banquero de la City londinense procedente de una familia aristocrática, pero no de la realeza. Tras ocho años de discreto romance, la pareja contrajo matrimonio el 24 de abril de 1963 en la Abadía de Westminster en una de las bodas con mayor cantidad de royals por metro cuadrado que se recuerdan en la historia reciente : aparte de la Familia Real Británica al completo, acudieron también representantes de prácticamente todas las Casas Reales reinantes y/o en el exilio.
Eso sí, los recién casados decidieron desde el primer momento que ese no era su mundo y, tras rechazar el ofrecimiento de un título nobiliario para Angus Ogilvy y la posibilidad de seguir viviendo en el Palacio de Kensington, adquirieron una residencia a las afueras de Londres donde criaron a sus dos hijos y vivieron durante las siguientes décadas una existencia tranquila, discreta y sin apenas sobresaltos.
La princesa continuó entregada a sus tareas al servicio de la Corona y su marido siguió trabajando en el mundo de la banca hasta que un escándalo en el que se vio envuelto le obligó a dejar sus cargos en consejos directivos. Aunque lo peor estaría por llegar con el nuevo siglo: en 2002, los médicos detectaron a Angus Ogilvy un cáncer de garganta que, aunque pudo ser tratado a tiempo, acabó con su vida el 26 de diciembre de 2004 a los 76 años. La trágica casualidad hizo que Alexandra de Kent se quedase viuda solo un día después de haber celebrado su 68 cumpleaños.
James Ogilvy, el heredero discreto
El primer hijo de la Princesa Alexandra y Angus Ogilvy nació el 29 de febrero de 1964 y el día de su bautizo fue amadrinado por la mismísima Isabel II. El nombre elegido para él fue el de James Robert Bruce Ogilvy. Tuvo la mala suerte de nacer en año bisiesto, por lo que su madre en una ocasión llegó a decir: " Ya era bastante malo que mi cumpleaños coincidiese con el día de Navidad, pero es que a mi pobre hijo le toca celebrar su cumpleaños cada cuatro años ".
Ese año 1964 hubo un auténtico 'baby-boom' en la Familia Real Británica, ya que no solo nació el primogénito de la Princesa Alexandra, sino también el Príncipe Eduardo (hijo menor de la Reina), Lady Sarah Chatto (hija de la Princesa Margarita) y Lady Helen Taylor (hija de los Duques de Kent). De hecho, para todos ellos se creó una guardería en el Palacio de Buckingham y de ese modo los primos se convirtieron también en compañeros de clase.
En el caso de James Ogilvy y el Príncipe Eduardo, siguieron siéndolo años después en la Heatherdown Preparatory School. Luego, en el momento de enfocar lo que serían sus carreras universitarias, sus caminos se separaron: el Príncipe estudió Historia en la Universidad de Cambridge y su primo, Historia del Arte en la Universidad de St. Andrews.
A pesar de sus estudios, la trayectoria profesional del hijo de la Princesa Alexandra poco o nada tiene que ver con la Historia. Después de haber realizado una serie de trabajos en el mundo de la publicidad, en 1996 decidió fundar la revista 'Luxury Briefing', considerada la publicación de referencia en el mercado del lujo. De dicha revista derivan los premios The Luxury Briefing Awards for Excellence, destinados a premiar a empresas destacadas en el sector del lujo. Curiosamente, en la edición del año 2000 el galardonado fue su primo David Armstrong-Jones, reputado diseñador de muebles.
En 1988 contrajo matrimonio con Julia Rawlinson, a quien conoció en su época de estudiante en St. Andrews y con la que ha tenido dos hijos: Flora (1994) y Alexander (1996). Ellos representan a la nueva generación de royals que se van abriendo camino, aunque en realidad carecen de título nobiliario y tratamiento protocolario. En el caso de Flora Ogilvy, se dedica al mundo del arte contemporáneo enfocado hacia las nuevas tecnologías a través de su empresa Arteviste. Alexander Ogilvy, el menor, estudia Ciencias Informáticas y Económicas en la Universidad de Brown y es considerado uno de los solteros de oro de la realeza. En noviembre de 2019, Flora Ogilvy anunció su compromiso con Timothy Vesterverg.
Marina Ogilvy, una rebelde sin causa
Marina Victoria Alexandra Ogilvy nació el 31 de julio de 1966 y, aunque fue amadrinada por el Príncipe Carlos y se le puso el nombre de su querida abuela materna, no fue ni la clase de hija que sus padres esperaban ni tuvo los comportamientos de una persona propia de su rango. Desde muy pequeña dio muestras de querer convertirse en la rebelde de la familia y lo consiguió, primero abandonando los estudios sin haber obtenido ningún certificado académico, y luego posando en revistas eróticas.
Fue uno de estos posados lo que provocó el primer enfrentamiento con sus padres y con la propia Reina Isabel, ya que Marina aparecía en la portada de la revista bastante ligera de ropa, luciendo una corona sobre su cabeza y rodeada por perros de la raza corgi. Una clara alusión a la soberana británica que sentó muy mal a la Princesa Alexandra y peor todavía al Príncipe Carlos, que retiró la palabra a su ahijada.
Lo peor estaba todavía por llegar, ya que en 1989, con poco más de 20 años, decidió irse de casa para vivir un romance sin límites con el fotógrafo Paul Mowatt. Sus padres no aprobaban en absoluto esta relación y prohibieron a su yerno la entrada en la residencia familiar. Teniendo en cuenta este clima de tensión, es fácil imaginar la reacción de los Ogilvy cuando al poco tiempo su hija les comunicó que estaba embarazada.
Para evitar al público ese ejercicio imaginativo, la propia Marina decidió contar todos los detalles a la prensa británica. No solo afirmó que sus padres la habían puesto en la disyuntiva de casarse o abortar, sino que cargó duramente contra ellos acusando a Angus Ogilvy de ser alcohólico y a su madre de haber antepuesto sus obligaciones a sus hijos. Al final la joven y su novio decidieron optar por la opción de casarse y lo hicieron el 2 de febrero de 1990, estando Marina en su quinto mes de embarazo.
El matrimonio duró solamente siete años y finalizó de la peor manera posible: con continuas discusiones, más de una pelea física y alguna que otra intervención policial. La propia Marina se vio obligada a reconocer que Mowatt le había arruinado la vida y que lo único bueno que le quedaban eran sus dos hijos : Zenouska (1990) y Christian (1993). Razón no le faltaba en su dramatismo, puesto que en 2003 se supo que necesitaba prestaciones sociales para poder sobrevivir y pagar el alquiler porque sus padres no le daban dinero.
Tras la muerte de Angus Ogilvy en 2004, poco a poco se fue produciendo la reconciliación familiar entre la Princesa Alexandra y su hija. Hasta el punto de que en 2005 volvió a aparecer en el Palacio de Buckingham con el resto de la Familia Real Británica con motivo de Trooping the Colour. Una imagen que sirvió para demostrar que tanto ella como su hija Zenouska Mowatt volvían a ser parte de la familia, ya que, de hecho, la joven fue invitada a la comida de Navidad en la que Meghan Markle fue presentada a los Windsor y posteriormente también a la boda de Eugenia de York y Jack Brooksbank. Al fin parece que la tranquilidad ha regresado a sus vidas.