Japón puede ser un país adelantado en numerosos aspectos, sobre todo a nivel tecnológico, pero no lo es tanto en cuestiones de género. Sin entrar en otros asuntos como la brecha de género existente en el país del sol naciente, que es sin duda algo que deben solucionar, hay otra cuestión que deja claro que la igualdad entre hombres y mujeres es una ilusión en Japón que no va a llegar tan fácilmente.
El Gobierno trabaja en solventar el problema de la falta de miembros de la Familia Imperial Japonesa. Eso sí, las propuestas no pasan por permitir que una mujer sea Emperatriz por derecho propio, como sería lo lógico. La ley sálica es tan restringida allí que no solo es que haya preferencia del varón sobre la mujer, sino que una princesa de sangre nunca podrá ser Emperatriz.
Es por eso que la Princesa Aiko, única hija de los Emperadores Naruhito y Masako de Japón, no es la heredera y está claro que nunca lo será. En su lugar lo es el Príncipe Akishino, hermano pequeño del Emperador, al que sigue en la línea de sucesión su hijo menor, el Príncipe Hisahito, esperanza de la Familia Imperial al tratarse del único varón joven de la dinastía.
Ante la ausencia de otros príncipes que pudiera heredar o que puedan apoyar a Hisahito cuando sea Emperador, hay un plan que más bien es una ocurrencia. Todo con tal de que una mujer no herede el trono. La idea es que la rama familiar liderada por el Príncipe Hitachi, tío del Emperador Naruhito, pudiera adoptar a uno o varios varones procedentes de ramas familiares que dejaron de formar parte de la línea de sucesión en 1947.
Una esperanza para las princesas
Nacido en 1935, el hermano pequeño del que fuera Emperador Akihito, se casó con la Princesa Hitachi en 1964 y no han tenido descendencia, perdiéndose así la oportunidad de situar esta rama en una línea de sucesión que anda muy escasa. Si prospera esta idea y lo desea, el Príncipe Hitachi adoptaría a uno o varios varones de las 11 ramas colaterales que ya no tenían derecho al trono, pero que descienden del Emperador Jimmu, fundador de la dinastía, por línea patrilineal. Es precisamente el hecho de descender por línea de varón el requisito indispensable para heredar el trono, motivo por el que los hijos de las princesas de sangre de Japón no están en la sucesión.
Otra idea que se maneja es que las princesas imperiales, como por ejemplo la hija del Emperador, Aiko, y las hijas del Heredero, las Princesas Mako y Kako, no pierdan su estatus al casarse con personas que no pertenecen a la realeza o la nobleza. De aceptarse finalmente, sus hijos varones podrían entrar en la línea sucesoria a pesar de no descender por vía patrilineal del fundador de la dinastía que reina en el país del sol naciente. Lo que sea menos permitir que una mujer se siente en el trono.