Desde que el féretro de Isabel II abandonó el Castillo de Balmoral, la residencia escocesa en la que falleció el 8 de septiembre de 2022, comenzó un recorrido por diversos puntos del país para que el pueblo pudiera despedirse de la Monarca más longeva de su historia. En los diversos actos, como el servicio religioso en la Catedral de St Giles y posterior vigilia, en Edimburgo, o la capilla ardiente en el Gran Salón del Palacio de Westminster, el ataúd que contenía los restos mortales de la Reina estaba adornado por una corona de flores blancas con alguna de sus favoritas, como los lirios de los valles. Sin embargo, en su funeral se optó por un arreglo floral diferente.
La puesta de Carlos III por la sostenibilidad
El nuevo Rey de Reino Unido es un apasionado de la naturaleza y está plenamente comprometido con la preservación del medio ambiente, y así ha querido dejarlo claro en el funeral de estado en honor de su madre. El féretro de Isabel II fue cubierto con una corona de flores sostenible escogida por el propio Carlos III, como así dio a conocer el Palacio de Buckingham. Además, cabe recordar que el Monarca tiene un amplio conocido sobre la flora británica y que una de sus grandes aficiones es la jardinería, la cual desarrolló en Highgrove House, la casa de campo donde pudo desarrollar sus conocimientos y donde precisamente se ha retirado a descansar durante los días previos al funeral.
Los mensajes de las flores del ataúd de Isabel II
La corona de flores contenía romero, que simboliza el recuerdo. También estaba formada por hojas de roble inglés, que representan el amor y la fortaleza; cabe recordar que el propio ataúd de la Reina Isabel II está realizado con esta madera y fue confeccionado en la década de los años 90 del pasado siglo, debido a que es un material que cada vez escasea más y ella quería que fuera específicamente de eso. Del mismo, Carlos III también quiso mantener la voluntad de su madre y, entre otras flores, añadió dalias blancas, las mismas que ya habían estado presentes en las coronas que habían adornado su féretro en los días anteriores. Los colores blancos estaban pensados para "reflejar el Estandarte Real, en el que se asienta", detallaba Buckingham. Junto con el estandarte que cubría el ataúd y las flores, sobre el féretro también reposaba la Corona Imperial, el cetro y el orbe, signos del poder real que no se retiraron hasta el servicio de entierro en Windsor.
El guiño a Felipe de Edimburgo en la corona de flores
El amor que Isabel II sintió por Felipe de Edimburgo no solo queda reflejado en sus últimas voluntades, al haber ordenado que los restos mortales de su esposo sean traslados a la Capilla en Memoria del Rey Jorge VI, situada en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, para yacer juntos para el resto de la eternidad, sino que el propio Carlos III también ha querido homenajear el matrimonio de sus padres con las flores que adornaba el ataúd de la Reina el día de su funeral.
Además de las flores anteriores que componían el arreglo floral, este también contenía "mirto, el viejo símbolo de un matrimonio feliz, cortado de una planta se se cultivó a partir de una ramita de mirto del ramo de de boda de Su difunta Majestad en 1947", como así confesó la Casa Real británica en el mensaje que especificaba los detalles de la corona de flores que reposaba sobre el féretro de Isabel II en su adiós definitivo en Westminster y Windsor. Todo un guiño a la figura del Duque de Edimburgo y la pareja real que formaron, y de un amor que solamente ha estado separado por algo más de un año, el tiempo que ha separado sus respectivos fallecimientos.
La nota de despedida de Carlos III a su madre
Además de haber creado todo un arreglo floral cargado de simbolismo, Carlos III también quiso que su mensaje tuviera forma de palabra y añadió a la corona una nota escrita de su puño y letra que contenía el emblema del Palacio de Buckingham. "En memoria amorosa y devota, Charles R.", era el texto con el que el sucesor de Isabel II quiso honrar a su madre. Todo un gesto cargado de emoción y sensibilidad, el mismo que cualquier ciudadano podría llevar a cabo en el sepelio de un familiar fallecido y que permite que el pueblo británico vea a su Rey de forma más cercana.