Las leyendas son habituales, y más sobre todo si atañen a Familias Reales. En el caso de la Casa Principesca de Mónaco, les persigue una maldición que una gitana habría soltado sobre los Grimaldi, presentes y futuros. La venganza de esta mujer sobre un antepasado mujeriego señala que ni él ni todos sus descendientes serán felices en su vida sentimental a menos que contrajeran matrimonio después de los 50 años. Al parecer todo viene porque este Grimaldi prometió boda y amor eterno a esta gitana, a la que después engaño, aunque otras versiones comentan que el hechizo fue lanzado por una violación. Lo cierto es que siglos después, la maldición sigue afectando a los miembros de la familia.
Parece que quien sí la ha sorteado es el Príncipe Alberto, casado desde 2011 con Charlene Wittstock, la mujer que le ha dado dos hijos mellizos, Jacques y Gabriella. Aunque este matrimonio parece estar en crisis desde antes de formalizarse, lo cierto es que Alberto II se casó con 53 años, quizás para quitarse de encima esta desastrosa maldición. Quienes también se supone que se han librado de ella son Andrea y Pierre Casiraghi, que han alcanzado la estabilidad sentimental de la mano de sus respectivas esposas, Tatiana Santo Domingo y Beatrice Borromeo. Los varones Casiraghi llevan muchos años con sus ahora mujeres, sin que haya atisbo de infelicidad en las parejas.
Relaciones encadenadas y un bebé
A sus 29 años cumplidos el 3 de agosto, la segunda hija de la Princesa de Hannover no ha logrado tener una estabilidad sentimental de la que sí gozan sus hermanos. Su primer amor fue el aristócrata austriaco Hubertus Herring Frankensdorf, con el que salió entre 2001 y 2002 y que fue un amor adolescente sin mayor trascendencia. Le siguió el vástago de un abogado belga, Félix Winckler, con el que la amazona salió entre 2004 y 2006.
Y entonces llegó el que se pensaba que iba ser el definitivo. Andrea y Pierre Casiraghi estaban muy enamorados de sus respectivas, y su hermana sentía algo similar por Alex Dellal, el hijo de un acaudalado empresario británico de origen iraní y de una modelo brasileña. A él le llevó a actos celebrados en Mónaco, y con él acudió a la boda de sus tíos Alberto y Charlene en verano de 2011. Sin embargos, meses después su amor estallaba por los aires por culpa de un actor. En enero de 2012 comenzaban los rumores de ruptura entre la pareja después de que Casiraghi fuera relacionada con el cómico francés Gad Elmaleh.
Aunque en un principio se veía como improbable, finalmente se confirmó que la amazona había cambiado a uno por otro y empezó una vida con él en París, para disgusto de la Princesa de Hannover, que no veía con buenos ojos que su niña bonita cambiara a su rico novio de toda la vida por un humorista 15 años mayor que ella, divorciado y con un hijo de una relación anterior.
Los meses fueron pasando, y Carlota Casiraghi se sintió tan cómoda que no dudó en llevar a su pareja al Baile de la Rosa 2013, una forma de confirmar oficialmente una relación que estaba ya más que confirmada, pero en las Familias Reales, estos gestos son importantes. No tardaron en aparecer rumores de embarazo; ni ella ni Palacio Grimaldi lo confirmaron, aunque las imágenes hablaron por sí solas. Fue por este secretismo que llamó la atención que la Casa Principesca anunciara el nacimiento de Raphaël el 17 de diciembre de 2013, siendo además un bebé desplazado de la línea de sucesión a la Corona al no haber nacido dentro de un matrimonio, quedando así como ilegítimo, algo por cierto muy habitual en los Grimaldi.
La alegría y la estabilidad poblaban la dulce existencia de Carlota Casiraghi, alejada de las tristezas amorosas de su madre y su tía, resignadas a estar solas, y a las tribulaciones del matrimonio de su tío Alberto. Lamentablemente los rumores volvieron a la vida de la amazona, y esta vez eran tristes y hablaban de separación. En más de una ocasión fueron desmentidos a golpe de escena familiar o en pareja conveniente inmortalizado, pero ya en otoño de 2015 llegó la hecatombe con la publicación de unas románticas imágenes de la joven paseando junto al director italiano Lamberto Sanfelice. Así, aunque Carlota Casiraghi encadena un amor tras otro, no logra encontrar una paz sentimental que tampoco han logrado otros miembros de su familia antes que ella, dando pábulo a quien cree que la maldición de los Grimaldi sigue viva siglos después de lanzarse.