Hecha de platino, diamantes y perlas, esta joya de gran valor acabó en manos de la Condesa de Barcelona cuando se la regaló Alfonso XIII por su boda con Don Juan en 1935. La utilizaron la Infanta Pilar y su hija Simoneta Gómez-Acebo para sus respectivas bodas, así como la Reina Sofía. Al morir su dueña, se la legó a sus hijos, pero el Rey Juan Carlos llegó a un acuerdo con sus hermanas, las Infantas Pilar y Margarita, por lo que la Tiara Rusa pasó a manos de Doña Sofía, y después, de Doña Letizia.
La Reina Letizia se quedó sentada en el besamanos
Lo lució con estilo, aunque sentada, donde posó en primera fila con el Rey Felipe VI y con los Reyes Guillermo Alejandro y Máxima de Países Bajos. De pie, justo detrás, se colocaron la Princesa Amalia, en su debut en una cena de gala por una Visita de Estado, la Princesa Beatriz y la Princesa Margarita, es decir, la hija, la madre y la tía, respectivamente, del Rey de Países Bajos.
Se pudo apreciar que llevaba la banda de la Gran Cruz de la Orden del León de Oro de Nassau, mientras que Felipe VI portó la Gran Cruz de la Orden del León de Países Bajos, lo que muestra una diferencia entre el Rey y la Reina de España en cuanto a las condecoraciones.
Otro detalle fue que la Reina Letizia permaneció sentada durante el besamanos, lo que parece ser debido al neuroma de Morton que sufre Doña Letizia y que le provoca dolor en los pies sobre todo cuando lleva tacones, como es el caso de esta cena de gala. La Reina dejó claro no iba a dejar de subir a altos tacones en actos oficiales, pero en este caso, su dolencia le ha jugado una mala pasada.