Ha sido una semana intensa para la Duquesa de Cambridge, una mujer que acostumbra a ocupar titulares, pero que en estos días lo ha hecho de forma más intensa por dos motivos muy diferentes. El primero de ellos y el más importante le ha llenado de felicidad a ella y probablemente a parte de su país, mientras que el segundo es el final de un culebrón que le hizo derramar numerosas lágrimas, eso sí, en privado.
El pasado lunes 4 de septiembre, Kensington Palace sorprendía con el anuncio del futuro nacimiento de un nuevo bebé para la Familia Real Británica: " Los Duques de Cambridge están felices de anunciar que están esperando su tercer hijo. La Reina y los demás miembros de ambas familias están encantados con la noticia", señaló el comunicado, la mejor noticia que podían dar los Mountbatten Windsor.
La cara amarga de este acontecimiento es lo que contaba la segunda parte del anuncio real: " Como sucedió en sus primeros dos embarazos, la Duquesa de Cambridge sufre Hiperémesis gravídica, por lo que no asistirá al compromiso que tenía en el Hornsey Road Children's Centre en Londres". Y es que Kate Middleton ha pasado por esta dolencia tanto cuando esperaba al Príncipe Jorge, como cuando se quedó en estado de la Princesa Carlota, y nuevamente le toca sufrir una enfermedad transitoria que volverá a afectar a su agenda oficial, ya que la Hiperémesis gravídica provoca mareos, náuseas y fuertes vómitos, hasta el punto de llegar a deshidratar a la mujer, que debe ser tratada. En esta ocasión no ha sido necesario que acuda al hospital, y está recibiendo cuidados en Kensington Palace.
La Casa Real Británica no ha comunicado cuándo nacerá la criatura, ya que con la Duquesa de Cambridge no se puede esperar a pasar el primer trimestre de embarazo por culpa de la Hiperémesis gravídiva. Así, en unas semanas se emitirá previsiblemente otro comunicado para fijar la fecha en la que nacerá el próximo Príncipe o Princesa de Cambridge.
El Príncipe Harry fue el primer miembro de la Familia Real Británica en manifestarse fuera del comunicado sobre el embarazo de la Duquesa de Cambridge. En un momento de su visita oficial a Manchester, fue preguntado por una periodista por el nacimiento de un futuro sobrino o sobrina, a lo que Enrique de Gales contestó que era fantástico y que estaba feliz por ellos.
Cuestionado por si sabía cómo se encontraba su cuñada, manifestó que no había visto a Kate Middleton, pero que esperaba que estuviera bien. Oficialmente se reunieron para el homenaje a Lady Di en el 20 aniversario de su muerte el pasado 30 de agosto, día en el que la nuera del Príncipe de Gales parecía estar perfectamente.
Al día siguiente fue el Príncipe Guillermo quien fue preguntado durante una Conferencia Nacional de Salud Mental y Vigilancia. La prensa quería saber, y el Duque de Cambridge contestó sin problemas y señaló que era una maravillosa noticia, pero que no estaban durmiendo mucho a causa de la Hiperémesis gravídica, que está haciendo pasar a la embarazada unas malas semanas. Además, comentó que cuando todo se estabilizara la semana que viene iban a poder celebrarlo.
La sentencia por el topless
Por otro lado, la Duquesa de Cambridge ha sido noticia también por la mayor humillación a la que se ha visto sometida. Corría el año 2012 cuando los Duques de Cambridge estaban visitando Singapur, Malasia, Salomón y Tuvalu como parte de la gira por el Jubileo de Diamante de la Reina Isabel II. Allí se enteraron de que la revista Closer había publicado unas fotografías de la pareja tomando el sol durante sus vacaciones en La Provenza. En ellas, Kate Middleton aparecía en topless. El escándalo fue mayúsculo y dio la vuelta al mundo. Indignados, los Duques de Cambridge fueron a juicio , un proceso que llegó a su fin el 6 de septiembre con la sentencia.
El tribunal que juzgó el caso ha condenado a la revista Closer a pagar 100.000 euros por daños, mientras que Laurence Piau, responsable de redacción de la revista, y el director, Ernesto Mauri, se verán obligados a pagar 45.000 euros de multa cada uno. Todo ello suma 190.000 euros que irán a los Duques de Cambridge, una cifra muy inferior al 1,5 millones que solicitaban ellos en concepto de daños y perjuicios, por lo que esta sentencia resulta una victoria agridulce.